Menu
in

Encuentran colonias vivas de los organismos más antiguos del planeta

En Salta, una provincia norteña argentina, se encuentran unos paradisiacos ojos de agua dulce, ubicados a más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar. Allí, una bióloga acaba de encontrar estromatolitos, uno de los ecosistemas fósiles más antiguos de la Tierra. Estas colonias, famosas por las estructuras que construyen, se creen que fueron los primeros seres vivos del planeta, y tuvieron su segundo de fama hace 3.400 millones de años. Lo que hace único el hallazgo de la María Eugenia Farías es que los estromatolitos de Salta están vivos.

La laguna de Socompa se encuentra ubicada a cuatro mil metros de altura, cerca de una población llamada Tolar Grande, perteneciente a la provincia argentina de Salta. En el lugar también hay varios ojos de agua dulce en los que la bióloga María Eugenia Farías encontró estromatolitos. Los estromatolitos, a veces llamados “camas de piedra”, son células que se agrupaban en colonias formando rocas sedimentarias. Las células fosilizadas más numerosas se encontraron en rocas formadas al borde de mares cálidos. Al examinar cortes de estas “rocas” con un microscopio, se distinguen muchas capas superpuestas, como si fuesen finas láminas apiladas unas sobre otras. Estas rocas se formaron muy lentamente, capa sobre capa, como el resultado de la unión de minúsculos seres unicelulares, unas bacterias que -se creía- vivieron en mares cálidos y en aguas poco profundas hasta hace unos 3.400 millones de años.

Estos organismos prehistóricos son considerados por muchos biólogos como los primeros seres vivos del planeta. Tuvieron un papel sumamente importante en el desarrollo de nuestro planeta, ya que fueron los que liberaron el oxígeno a la atmósfera, contribuyendo en gran medida a la creación de la capa de ozono. Hasta hace unos días se creían extintos, pero Farías encontró colonias vivas. El hallazgo, por supuesto, abre grandes perspectivas científicas.

La bióloga, junto con su equipo, pasó los últimos seis años recorriendo y analizando ojos de agua en la zona del oeste salteño, casi todas situadas por encima de los 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar. Su esfuerzo -y sobre todo el hallazgo de estos fósiles vivientes-  reafirma el valor ecológico que subyace en las lagunas, ojos de agua y humedales de la altiplanicie, como crucial sostén de diversas especies silvestres andinas y ahora también como ventanas hacia el conocimiento del pasado y el futuro de la evolución de las especies sobre el planeta. A menudo ignorados, dado que se encuentran en lugares de difícil acceso o poco poblados, estos verdaderos reservorios de biodiversidad arcaica localizados en la Puna salteña son una “ventana al pasado”. Las extremas condiciones de radiación solar, los rayos ultravioletas, la baja presión de la atmósfera y la exigua concentración de nutrientes (como el fósforo) se asemejan a las que reinaban en el planeta hace 3400 millones de años, en los inicios de la vida, cuando no existía la capa de ozono.

Mirando hacia adelante, Farias y sus colegas consideran a estas lagunas como “ventanas al futuro”, porque sus ambientes “son muy parecidos a los de la superficie de Marte”. Farias, originaria de la provincia de Córdoba, conduce el Laboratorio de Investigaciones Microbiológicas de Lagunas Andinas (LIMLA), con sede en Tucumán. La bióloga ha estudiado estos ambientes desde Jujuy hasta La Rioja, en numerosas campañas de alta montaña que incluyeron, entre otras, a las lagunas de Vilama (Jujuy), Socompa (Salta), Llullaillaco (Salta), Tolar Grande (Salta), Brava (La Rioja) y Verde (Catamarca).

Sin embargo, los estromatolitos vivos localizados en la Puna salteña, los primeros en ser descubiertos en un ambiente de altura y extremadamente valiosos para comprender el origen de la vida, se encuentran amenazados. El problema es que el ojo de agua que alberga a estos seres, por una de esas extrañas ironías, se encuentra en las cercanías de un pequeño poblado llamado Tolar Grande, distante a 350 kilómetros de la ciudad de Salta capital, y sus desechos cloacales ya están causando estragos entre los  estromatolitos. Farias dice que una buena parte de los estromatolitos en ese reservorio ya han muerto a causa de las aguas servidas, por lo que urge el diseño, desarrollo y ejecución de una red cloacal que ayude a recuperar ese sitio de interés científico, a la vez que ayudaría al desarrollo turístico en una zona históricamente postergada.

Escrito por Ariel Palazzesi

Leave a Reply