Parece que si queremos mantener nuestros datos en secreto deberemos confiar en la criptografía cuántica. A diferencia de los sistemas de protección tradicionales, la encriptación cuántica se basa en el famoso principio de incertidumbre de Heisenberg, que introduce variables físicas que hacen del sistema algo intrínsecamente irrompible.
El secreto perfecto parece posible. O al menos eso es lo que aseguran los científicos de la Universidad de Viena, que se han reunido en una conferencia para probar una red de ordenadores protegido con un sistema de encriptación inviolable. Los ordenadores que conforman la red se encuentran en seis ubicaciones de Viena y St Poelten, conectados mediante unos 200 Km. de cables de fibra óptica comunes.
La encriptación cuántica es una forma de criptografía completamente diferente a las que estamos acostumbrados a ver (RSA, por ejemplo). Los sistemas de seguridad que utilizamos en la actualidad, se basan en un algoritmo más o menos complejo que puede “mezclar” y reemplazar una serie de datos numéricos por otra. Dicho proceso debe ser, por supuesto, reversible para recuperar los datos originales. Sin embargo, con un ordenador lo suficientemente potente y el tiempo necesario, todos los algoritmos de seguridad actuales pueden quebrarse. La seguridad actual se basa, simplemente, en hacer que el tiempo o poder de cálculo necesario para tal hazaña sea lo suficientemente grande para que nuestros datos estén protegidos por mucho tiempo. Pero la encriptación cuántica funciona de una forma completamente diferente.
Esta forma de proteger datos se basa en un hecho físico muy conocido por los científicos: al observar un sistema cuántico se perturba el estado del mismo, imposibilitando que el observador pueda conocer su estado exacto antes de la observación. Esto significa que si un sistema cuántico es utilizado para transferir información y alguien “espía” la comunicación, modificará el flujo de datos. Este rasgo distintivo de la mecánica cuántica se conoce como principio de incertidumbre de Heisenberg, y su empleo como método de protección de datos no es una idea nueva, ya que fue propuesta hace 25 años por Charles Bennett de IBM y Gilles Brassard de la Universidad de Montreal.
Por favor, no espiar
La criptografía cuántica utiliza fotones para crear y transmitir dígitos binarios. Dependiendo de qué forma se polarice un fotón mientras viaja por el espacio, puede interpretarse como un cero o un uno. La principal ventaja del sistema propuesto es que, cualquier intento de interceptar los fotones que componen el mensaje, inevitablemente modificaría la polarización del mismo y, el cambio (gracias a los algoritmos de comprobación de errores), sería detectado por el receptor.
Si esto ocurre, el usuario simplemente podría desecharla y pedir que se envíe una nueva. El sistema se conoce como SECO-QC (Secure Communication based on Quantum Cryptography) y está pensado principalmente para utilizarse en el intercambio de claves, no tanto para el intercambio de datos en sí. Sin dudas, se vienen grandes cosas de la mano de todo aquello denominado cuántico.