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En busca de una Realidad Virtual Inmersiva

¿Qué necesitamos para que la realidad virtual sea tan real como la realidad misma? ¿Cómo lograr que las experiencias dentro de la Matrix sean verdaderamente inmersivas? ¿Cuáles son los adelantos actuales?

A la hora de pensar la Realidad Virtual, las limitaciones técnicas no presuponen una problemática mayor. Por ejemplo, si hace falta mayor poder de cálculo, tarde o temprano la tecnología se pondrá a tono con las necesidades de la RV. La tecnología avanza constantemente, así que podemos suponer que no pasará mucho tiempo hasta que todas las limitaciones tecnológicas sean traspasadas. Pero hay un problema que será una constante por siempre; un problema físico, no tecnológico o virtual: el espacio físico, siempre limitado, finito y discordante con las realidades virtuales que se despliegan ante el usuario.

Imagina esta situación: Ante ti, se descubre una llanura virtual. El pasto es verde y copioso. Se mueve con increíble realismo y, de no saberlo, hubieses jurado que te encuentras en algún lugar de los Alpes Suizos. Te dejas llevar por la ilusión. Cual Heidi, comienzas a retozar, a la voz de la-la-la-laaaa-la. Es uno de los días más felices de tu vida… hasta que te estrellas contra la pared de tu habitación. La ilusión se rompe, y te sangra la nariz.

Es que no importa qué tan realistas podamos hacer las simulaciones de Realidad Virtual, mientras no resolvamos esta simple –pero a la vez compleja- problemática. Es un problema de diseño, más que nada. Si ante ti tienes una calle virtual de 150 metros, pero estás es un espacio físico de 2 metros, ¿como puedes caminar esa distancia en el mundo real, para avanzar en el mundo virtual? Convengamos que, en algún momento, la Realidad Virtual debe desembarazarse de los espacios físicos, de otra manera nunca será verdaderamente “real”, ni inmersiva.

Si intentas resolver el problema, la pregunta que te tienes que hacer es: ¿Cómo convertir un espacio físico, finito, en un espacio físico, infinito y omnidireccional? Como verás, la solución no es tan simple. Y los diseñadores lo saben, por eso la Realidad Virtual Inmersiva (True Immersive Virtual Reality), todavía es una teoría.

Los métodos actuales de RV no son muy sofisticados, por esta misma razón. Son los Simuladores de Realidad Virtual los que más éxito han tenido. Estos, como bien lo indica la palabra, simulan, en mayor o menor medida, un vehículo. Eso es fácil. En un vehículo el humano tiene a estar quieto, el que se mueve es el vehículo en cuestión. Por lo tanto, no se necesita más espacio que el ocuparía la réplica de un coche, por ejemplo. Con una buena sensación de velocidad en el mundo simulado, sonidos realistas y movimientos sincronizados de la réplica, la ilusión está completa.

Ahora, no se puede decir lo mismo si de andar sobre nuestras piernas se habla. Este es un obstáculo ineludible, si alguna vez se pretende llegar a la inmersión verdadera. Las soluciones planteadas son por demás de imaginativas, pero poco prácticas.

La caminadora omnidireccional
La caminadora Omnidireccional (u Omnidirectional Treadmill, en gringo) es la solución más básica y lógica. Como su nombre lo indica, es una cinta (similar a la que se usa para ejercitar) pero que se mueve en cualquier dirección, de acuerdo al movimiento de usuario. Por supuesto, la dirección seguida es leída por los sensores y trasmitida al mundo virtual.

Si bien esta es la solución más simple a nuestro problema, tiene sus inconvenientes. Para comenzar, el espacio que debería ocupar una cinta caminadora de este tipo la haría prohibitiva para la mayoría de los usuarios hogareños. El segundo inconveniente, y si nos ponemos en detallistas, es que este tipo de cintas no nos permitirían saltar, rodar, ni realizar ningún movimiento sobre el eje Z (subir una escalera, por ejemplo). Por último, y este es grave, el usuario no podría acelerar más allá de la velocidad de la cinta. Bueno, poder puede… pero se terminaría cayendo.

Para subsanar toda esta problemática, actualmente se está trabajando sobre arneses que mantengan el cuerpo siempre en el mismo lugar, en el centro, sea que saltes o corras. Esto permitiría que la superficie de la cinta sea mucho mejor, logrando cierta reducción en su tamaño, pero sería molesta y antinatural. Mirando el lado positivo, ¡gracias a estos arneses podríamos volar, cual Neo en la Matrix!

La caminadora omnidireccional

VirtuSphere
Ya hablamos de este interesante ingenio en NeoTeo. Como su nombre lo indica, es una esfera –igualita a la de los hámsteres-, donde el usuario tiene casi una completa libertad de movimiento.

Los problemas son obvios: la curva de aprendizaje es alta y el movimiento es antinatural. Aquellos con un estado físico pobre (como yo), no duraríamos ni cinco segundos ahí dentro. Pero presenta sus ventajas. Con sensores, la VirtuSphere hasta podría detectar los saltos.

VirtuSphere

Powered Shoes
Tal vez la más original de todas las ideas. Los Powered Shoes (pinchar para más información) son zapatos con rueditas (cilindros), que limitan el avance del usuario, manteniéndolo prácticamente en el mismo lugar. Cuando el usuario camina, los cilindros se mueven en la dirección contraria, cancelando el movimiento. La aceleración no es problema. Saltar y rodar, sí. Este ingenio tampoco permitiría movimientos en el eje Z. Ufa.

Powered Shoes

Este todavía es un campo fértil para nuevas invenciones. Si te crees capaz de crear un ingenio capaz de subsanar las problemáticas aquí mencionadas, ¡ponte a trabajar! Una patente así podría valer millones en el futuro.

Experiencias sensoriales
Ahora, supongamos que el movimiento ya no es problema. Todavía estamos lejos de lograr la verdadera inmersión. En el mundo real (si es que no vivimos en una simulación), tenemos cinco sentidos. La vista y el oído ya pueden ser fácilmente satisfechos. En lo que a tacto se refiere, los avances en la tecnología háptica son lentos, pero constantes. También tenemos Tangible-3D, el guante sensorial de NTT Comware. ¿Olfato? Si le creemos a Corea del Sur, para 2015 se podrían transmitir fragancias por la red. Supongamos que esto es cierto, todavía nos queda el gusto… y ahí tenemos un problema. Es el más débil de los sentidos y requiere que nos pongamos algo en la boca. Al estar unido al olfato, y si Corea del Sur está en lo cierto, podríamos tratar de engañarlo, pero difícilmente sea lo mismo.

Por el momento, todo indica que para tener los cinco sentidos funcionando en el mundo virtual, necesitaremos de una interfaz que se comunique directamente a nuestro cerebro. ¿Ciencia ficción? Puede ser, pero te interesará saber que Sony, en el año 2005, patentó una idea para transmitir información al cerebro, con el fin de permitir al usuario sentir, oler y saborear cosas.

La patente en cuestión es solo teórica, no una invención, y no han transcendido demasiados detalles. Eso sí, no requeriría cirugía, ni implantes (ya hemos visto ejemplos de interfaces neurales en NeoTeo, incluso una que ya está a la venta). La información se enviaría mediante un accesorio (que va montado en nuestra cabeza) que genera pulsos de ultrasonido al cerebro para modificar el patrón en el que se comunican las neuronas.

En su momento, Elizabeth Boukis, vocera de Sony Electronics, dijo a New Scientist que esta era una “invención profética” y que no se ha llevado a cabo ningún experimento al respecto. “Está basada en una inspiración que puede terminar siendo cierta algún día”, aseguró. Los expertos, aunque lo creen posible, insisten en que una técnica así requeriría muchas pruebas, ya que debería asegurarse la seguridad del invento a largo plazo. ¡Estamos hablando de manipulación de neuronas!

Como verás, aún falta unos cuantos años para que podamos tener una verdadera experiencia virtual inmersiva. Probablemente sea antes de muramos, si es que tenemos una vida larga. El problema es que tal vez seamos demasiado viejos para disfrutarlo. ¡Malditos nuestros nietos afortunados!

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