La tecnología 5G está apareciendo en los medios con mayor frecuencia, y no por las razones correctas. Desde el «control mental» y el contagio de COVID-19 hasta el «nuevo orden mundial» e insensatos atacando antenas, la llegada del 5G es tumultuosa como mínimo. Sin embargo, lo cierto es que enfrenta otros problemas, mucho más técnicos y tangibles por así decirlo. A fin de año exploramos sus serios inconvenientes en materia de cobertura, pero hoy es el turno de algo que nos golpea más de cerca: Bajo las condiciones actuales, el 5G devora baterías. ¿Qué soluciones hay a futuro?
La llegada de la conectividad 5G es inevitable, de eso no hay dudas. Pasar de unos pocos megabits aislados a «enlaces gigabit» no sólo será adictivo al principio, sino que se convertirá en la «nueva normalidad» para los dispositivos móviles. Pero la transición no será perfecta. Por un lado, los… «eventos» del 2020 han trastornado a la mayoría de los planes de despliegue (si lo pensamos un momento, ni siquiera fue posible tener Mobile World Congress este año). Y por el otro, quedan varios detalles que necesitan ser atendidos.
Los tres más relevantes son precio, cobertura, y batería. En primer orden, los smartphones 5G serán más costosos, y el salto en velocidad definitivamente se verá reflejado sobre los paquetes de datos que las compañías ofrecerán. Después aparece algo que ya hemos estudiado en el pasado. El proceso de cobertura 5G deja mucho que desear, y una acción tan simple como darle la espalda a una antena equivale a una «caída» al 4G. Finalmente, llegamos a un punto irritante por excelencia: La batería.
El 5G y las baterías: Una situación injusta
Un Samsung Galaxy S10 5G puede ceder hasta el 50 por ciento de su batería en apenas cuatro horas bajo conexiones 5G, y en esencia ese sería uno de los mejores casos. La razón fue explicada por la propia Samsung en un artículo de soporte: Por el momento, muchas redes 5G son utilizadas exclusivamente para la transferencia de datos, y no cuentan con soporte de mensajería o voz tradicional. Eso significa que cualquier smartphone compatible debe mantener enlaces 3G o LTE junto al 5G.
Este «ida y vuelta» entre redes y protocolos sumado a conexiones redundantes (pero necesarias) destruye a cualquier batería en su camino, reduce el poder de procesamiento disponible, y genera calor extra. Es una situación perversa e injusta, porque la tecnología 5G por sí misma no tiene la culpa. Son las condiciones de uso actuales las que afectan su potencial.
Pero no todo está perdido. La gente de Qualcomm tiene a su módem X55 de segunda generación, que promete «multimodo en un solo chip», y será adoptado por docenas de OEMs en los próximos doce meses (asumiendo que el virus nos de un respiro). Al mismo tiempo aparece un nuevo desarrollo proveniente de la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de Lille en Francia. Se trata de un nuevo switch de radiofrecuencia (léase «interruptor») 50 veces más eficiente que las soluciones disponibles de estado sólido, capaz de transmitir un stream de TV en alta definición a una frecuencia de 100 GHz, con una estrategia más que sencilla: Permanece apagado la mayor parte del tiempo.
Para su construcción, los investigadores utilizaron un nanomaterial conocido como nitruro de boro hexagonal, que desde cierto punto de vista nos recuerda un poco al grafeno. Es el aislante más delgado del mundo (apenas 0.33 nanómetros), y el proceso implica «atrapar» a esta capa con forma de colmena entre electrodos de oro. Un detalle interesante es que una parte de la financiación para este proyecto fue habilitada por la Oficina de Investigación del Ejército de los Estados Unidos. Básicamente, el Departamento de Defensa cree que el 5G será vital para las comunicaciones entre drones y otros vehículos no tripulados en el futuro. La pregunta es: ¿Cuánto tardará en aparecer una variante comercial?
Fuente: Popular Mechanics
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Si recibiera un dolar cada vez que escucho “nueva normalidad”
XD
Es la frase cliché del momento