Por lejos, se ha convertido en uno de los grandes eventos del año. El meteorito de Chelyabinsk no sólo demandó la atención del mundo con su llegada, sino que disparó múltiples investigaciones durante los meses que siguieron. Los últimos datos indican que el visitante espacial habría sido subestimado, al igual que la cantidad de impactos similares.
Hemos visto vídeos, gráficos, y proyectos de todo tipo. Incluso se ha trabajado en la reconstrucción de su trayectoria. El meteorito de Chelyabinsk no tiene la atención de los principales medios hoy, pero dejó a mucha gente mirando hacia arriba, preguntándose cuándo habrá una nueva visita (porque va a suceder, de eso no hay dudas). Casi nueve meses después del impacto, los científicos tienen una idea mucho más elaborada tanto de las características del meteorito como de su poder. Desplazándose a una escalofriante velocidad de 19 kilómetros por segundo, el meteorito comenzó a despedazarse a una altitud de 45 kilómetros, hasta que finalmente detonó unos veinte kilómetros más abajo. Su diámetro promedio fue establecido en 18 metros (los estudios mencionan entre 17 y 20 metros) antes de ingresar a la atmósfera, mientras que su masa, después de varios cálculos, habría estado en el orden de las diez mil toneladas. ¿Qué tipo de meteorito era? Principalmente, un condrito ordinario, LL5.
El meteorito de Chelyabinsk liberó una energía equivalente a 500 kilotones, unas 31 veces la bomba de Hiroshima. Directamente por debajo de la ruta del meteorito, unas 7.200 construcciones fueron afectadas, incluyendo más de 700 escuelas, 300 instalaciones médicas, y el colapso total del techo en una fábrica de zinc. El meteorito brilló treinta veces más que el sol, causando quemaduras en los ojos y en la piel. Un ciudadano de Korkino, ubicado a casi treinta kilómetros debió ser atendido por graves quemaduras en su rostro (perdió la piel debido al daño) causadas por la radiación. Y aún así, sólo habría sobrevivido el 0,05 por ciento de la masa original. Los estudios sobre el meteorito de Chelyabinsk también permitieron encontrar un error en los cálculos a la hora de determinar el daño causado por las explosiones en la atmósfera (“air bursts”) y de establecer el número de eventos similares. Con la nueva técnica, la cantidad de impactos causados por rocas con diez metros de diámetro o superiores, sería diez veces mayor a lo que se creía previamente.
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