Todos sabemos distinguir la ficción de la realidad, o al menos podíamos hacerlo antes de los shows de ciencia forense. Es que las series televisivas con contenido científico están afectando la percepción de cómo se maneja la justicia en la vida real. ¿Que hay de cierto en programas como CSI? Muy poco, pero sigue leyendo.Al ver una serie en la televisión podemos distinguir las exageraciones del programa. Podemos definir el guión, la coincidencia aplicada, y la estética de la escena. Pero ¿cuántos han dudado de los tiempos de resolución, los procesos y las técnicas tanto policiales como científicas? El “efecto CSI” genera tanto problemas como bendiciones para la ciencia forense real.
En la TV, la serie puede durar sólo una hora, y en vistas de una producción exitosa, cualquier caso debe resolverse en ese ínfimo tiempo. En programas como CSI, CSI: Miami, CSI: Nueva York, La Ley y El Orden y Cold Case, esa hora no equivale a más de 48hs (como mucho) en la resolución de los casos. Estos tiempos son sencillamente imposibles de alcanzar en la vida real.
Los verdaderos científicos forenses deben pasar largas horas frente a un microscopio para determinar la naturaleza de una materia, como también repasar enormes tomos de libros de texto para hacer investigación y comparación. Las series televisivas evitan la enorme cantidad de papeleo que deben llenar los investigadores, y es que “nadie se interesaría en ver a una persona revisando papeles por una hora”, comenta Elizabeth Devine – productora de CSI: Miami, que trabajó por 15 años como criminalista en Los Ángeles.
La comparación de huellas dactilares no se resuelve en pocos minutos con un ordenador, sino que conlleva un trabajo muy detallado por parte de los científicos (si es que realmente pueden encontrar una huella útil para comparar). Los resultados de toxicología y ADN pueden tardar semanas o incluso meses y son altamente costosos, sin contar lo difícil que es conseguir una muestra que no esté contaminada en una escena del crimen.
Muchos de los equipos que se utilizan en las series de ciencia forense son reales, pero no siempre se utilizan como corresponde (ni tardan 45 segundos en procesar) y son demasiado costosos para muchos laboratorios. Por otro lado los científicos forenses, normalmente están demasiado ocupados para enfocarse en un solo caso. Según un estudio del Departamento de Justicia, para fines del 2002 había alrededor de medio millón de casos por resolver en laboratorios forenses en el país. La oficina del Alguacil de Los Ángeles, por ejemplo, maneja más de 50.000 casos de investigación forense al año.
Estas grandes diferencias entre la ficción y la realidad, no serían más que encantos de la pantalla si no fuera por la forma en que influyen en el público. Max Houck, director de ciencia forense en la Universidad de West Virginia, dice que se ha creado una falsa expectativa respecto de lo que la ciencia forense puede hacer. Por un lado, la policía que procesa la escena del crimen recolecta más evidencia de la necesaria, y los querellantes demandan análisis innecesarios para asegurar que cualquier eventualidad esté cubierta. Los abogados de la defensa también se ponen difíciles, esperando una ciencia perfecta todo el tiempo. Houck citó casos en que el jurado encontró al demandado inocente porque no había suficiente evidencia física, aunque la evidencia circunstancial era sobrecogedora.
“A veces no hay evidencia física como sangre o huellas dactilares y la policía debe explicarle al jurado cómo es eso posible”, cuenta el sargento Paul McComb de Pittsburg. La fuerza policial se ve enfrentada a la necesidad de buscar una solución en la corte, pues deben aclarar al jurado la diferencia entre la televisión y la realidad.
“Así no es como lo hacen en la TV” o “esto no es lo que esperaba” son frases más que comunes por parte de las víctimas, familiares de las víctimas, jurados y estudiantes de ciencia forense. Sin embargo, Max Houck, como tantos otros criminalistas y policías, reconocen algo positivo del “Efecto CSI”, que es el interés que han despertado en la gente, y el respeto hacia la ciencia. El campo es competitivo y atrae a alumnos realmente brillantes. “El curso en mi universidad comenzó con cuatro graduados en 1999, y ahora tenemos 400 estudiantes” comenta Houck. El aumento de personal, sin dudas, da amplitud al campo para su desarrollo, aunque todavía es necesaria una mayor financiación para la investigación forense.
La ciencia forense es, después de todo, una ciencia o mejor dicho, varias ciencias aplicadas a responder preguntas de interés para el sistema legal. Cuenta con más subdivisiones de las que imaginamos, entre ellas: contabilidad forense, antropología forense, arqueología forense, informática forense, economía forense, ingeniería forense, epistemología forense, lingüística forense, psicología forense, ciencia forense, biología forense, serología forense, entomología forense, meteorología forense, geología forense, odontología forense, fotografía forense, toxicología forense, y análisis de armas forense. Sin dudas, la investigación criminal es mucho más amplia y complicada de lo que uno cree, y el trabajo de los científicos más arduo y dedicado que el que uno espera.
Así que, ya sabes, aunque es una frase relamida, no te creas todo lo que ves en TV.