El físico Galileo Galilei descubrió que la densidad de un líquido cambia según la temperatura. Rápidamente se dio cuenta que este fenómeno podía aprovecharse para crear un instrumento destinado a medir la temperatura ambiente, y así fue como nació el denominado “termómetro de Galileo”. Unas bolas de cristal flotan en un liquido, a una altura que depende de su densidad. A medida que se modifica esta característica del medio, las esferas se desplazan e indican la temperatura reinante. Te contamos los detalles del funcionamiento de este extraño y antiguo instrumento.
Formas de medir la temperatura hay muchas. Podemos comprarnos un termómetro de mercurio, contar los chirridos de un grillo o utilizar el termómetro de Galileo, un instrumento destinado a para medir la temperatura atmosférica inventado por Galileo Galilei hace unos 400 años. Este famoso físico descubrió que la densidad de los líquidos se modifica con su temperatura, lo que -de acuerdo al principio de Arquímedes– hace que cambie su flotabilidad. Aprovechando este fenómeno, Galileo construyó un termómetro, que consiste en un cilindro de vidrio lleno de alcohol, en el que se suspenden una serie de bolas de vidrio llenas de líquido coloreado.
El color de este líquido solo tiene como objetivo hacer más fácil su identificación. Dado que cada una de estas esferas tiene una cantidad diferente de líquido en su interior, su “densidad” es diferente, y “flotan” a diferentes alturas dentro del alcohol. Cada una de ellas tiene pegado (o colgado) un cartel indicando una temperatura. A diferencia de los termómetros de mercurio, el tubo principal no está graduado.
Cuando la temperatura ambiente cambia, el alcohol modifica su propia temperatura y varía su densidad. Las esferas se reacomodan, flotando a una nueva altura que es determinada por su propia densidad. Cuando se alcanza el equilibrio térmico, por lo general se forman dos grupos de esferas, uno en la parte baja del cilindro y el otro en la parte superior. La temperatura reinante es la indicada por la bola que flota a menor altura dentro del grupo superior. Parece complicado, pero en realidad es muy simple de utilizar.
La pregunta que seguramente te debes estar haciendo es: ¿Por qué no se ven termómetros como estos por todos lados? Y la respuesta tiene que ver con su pobre rango de funcionamiento. Se los utiliza básicamente como decoración, y los modelos más comunes solamente tienen 5 o 6 esferas, que pueden indicar temperaturas comprendidas entre 18 y 26 grados centígrados. Si hace mas frío o más calor, el termómetro de Galileo no podrá indicártelo. Tampoco podrás saber si hacen 20, 20.2 o 20.5 grados, solo que la temperatura actual “ronda los 20 grados”. Si a eso le sumamos que su costo es cientos de veces más alto que el de un termómetro de mercurio, entenderemos la razón de que sean tan poco frecuentes.
Por supuesto, ninguna de sus imperfecciones le quita mérito a Galileo Galilei, que en una época en que casi todo lo que pasaba era atribuido a la magia o a los oscuros deseos de algún Dios más o menos poderoso, descubrió un principio físico y fue capaz de convertirlo en un instrumento útil. ¿No te parece?