La imaginación popular, además de no descansar en ningún momento, ha dado pie y origen a artefactos que caminan por el delgado filo que separa la ridiculez de la genialidad. En Marzo de 1945, Henry W. Wallace obtuvo la patente N° 2.371.368 por la creación de un vehículo de guerra que podía ser utilizado en enfrentamientos bélicos y en condiciones de terreno extremas y que poseía características muy interesantes para aquella época. La idea nunca pasó del papel al campo de batalla pero aún hoy los científicos siguen estudiando y aplicando los principios físicos que hubieran hecho posible este sorprendente todo-terreno.
“¡Robots eran los de antes!” Ésta sería la primera frase esbozada por cualquier nostálgico al recordar el proyecto de Henry W. Wallace a finales de la Segunda Guerra Mundial. Y no es para menos ya que con la tecnología disponible en la época (recuerda que el transistor se inventaría 2 años más tarde en los Laboratorios Bell) este diseñador logró construir y patentar un robot muy peculiar basándose en un diseño puramente electromecánico. Dicho invento saltaba a través del terreno apoyándose en una única “pata” contraíble de apoyo e impulso y se trasladaba brincando de un lugar a otro cual si fuese un gigantesco sapo blindado de combate.
En la figura superior puedes observar, a través de los nueve movimientos dibujados y ejemplificados, las posiciones que iba adoptando la pierna de apoyo que le permitía al vehículo desplazarse y mantener a su tripulante siempre en posición horizontal. Además, dicho vehículo poseía la cualidad de poder girar o pivotar sobre su pata de apoyo y tener una cobertura visual (3) (y de ataque, por supuesto) de 360° con sendas armas montadas en su perímetro estructural (7).
Sí, mozalbete, por supuesto que hemos conseguido los planos originales para que puedas construir uno y puedas lucirte con un vehículo de esta naturaleza por las calles céntricas de tu ciudad. Pero pasemos de los dichos a los hechos y pongamos manos a la obra.
¿Cómo funciona?
Las respuestas a todas nuestras preguntas estás descriptas en el texto de la patente de invención y se basan en dos funcionalidades y utilidades que permiten dar vida al diseño. La primera y elemental, que permite la traslación y movilización de este tanque (1) “monopierna”, es un pistón de dimensiones gigantescas (8) que funcionaba por combustión Diesel y que lograba movilizar la estructura otorgándole un impulso que la hacía volar por los aires para avanzar en cualquier dirección. La segunda funcionalidad elemental para su correcta operación se basaba en sendos giróscopos ubicados en el centro neurálgico del tanque, justo debajo de la cabina del operador. Naturalmente ignoramos las distancias máximas que podría cubrir con un impulso de salto, pero lo que sí podemos imaginar son algunas cosas muy interesantes que saltan a la vista de manera elocuente e inobjetable.
Teniendo en cuenta que utilizaba un sistema de propulsión a explosión, podemos imaginar que no debe haber sido un robot lo suficientemente silencioso y disimulado para ser utilizado en ataques o avanzadas donde el factor sorpresa era un elemento fundamental para caer sobre el enemigo. Sin embargo, entre las cualidades destacables encontramos la posibilidad de ocultarse fácilmente entre matorrales o en un teatro de operaciones con terrenos escarpados y rocosos esperando el momento del ataque en posición de reposo y apoyando su estructura en el piso, con su pierna contraída. Pero, claro, lo que no logramos imaginar es a todo un escuadrón de estos tanques avanzando hacia el enemigo y saltando de un lado a otro como una horda de sapos asesinos tomando posiciones en el campo de batalla.
No hemos logrado averiguar aún cuáles fueron los motivos del fracaso de la invención y creemos que el final de la guerra dio por tierra el proyecto de Wallace, pero no así otros proyectos basados en el mismo principio de traslación, como lo muestra el siguiente video donde podemos ver en acción al robot 3D One-Leg Hopper (1983-1984) de los Laboratorios MIT Leg que también poseen otro robot más antiguo aún (1980–1982) capaz de trasladarse de un lado a otro brincando sobre una sola pierna. El video no es de la mejor calidad pero puede ayudarte a visualizar el concepto si aún no lo has pillado.
Además, hace tan sólo cuatro años, la empresa nipona Toyota presentó en sociedad un robot que no era más que una pierna robótica capaz de desplazarse de un sector a otro en el pabellón de la compañía instalado en la Exposición Mundial de Japón de 2005. La única diferencia era que dicha pierna era articulada como una pierna humana. Es decir, la teoría de Wallace no cayó en el olvido sino que siguió avanzando impulsada, como en este caso, por empresas líderes en la construcción de humanoides.
Pero la parte más interesante de la invención, y la que seguro estás esperando, aparece al preguntarnos acerca de cómo podía mantenerse erguido en vertical semejante montón de hierro concebido para matar siendo éste el segundo fundamento que hace posible su funcionamiento. Evidentemente Wallace había estudiado muy bien la Primera Ley de Newton (principio de inercia) y había experimentado bastante con los enunciados de León Foucault y sus giróscopos, ya que en el corazón de este tanque saltarín, por encima del motor impulsor (cuarta hoja de la patente de invención), podemos encontrar cuatro giróscopos (14 y 15) que permiten que la estructura pueda mantenerse equilibrada y pueda sostenerse y movilizarse sin caer. Observa este video de ejemplo acerca de cómo es el principio de funcionamiento de un giróscopo y comprenderás un poco más acerca de la teoría que Wallace veía, conocía y aplicaba en sus desarrollos.
El clásico ejemplo de la rueda de la bicicleta no puede faltar nunca en la explicación del funcionamiento de un giróscopo (o giroscopio). Dicho ejemplo nos ayuda a imaginar el volumen y tamaño que tendrían los giróscopos empleados en el tanque de Wallace para sostener y equilibrar la estructura. Gracias a la miniaturización electrónica que disponemos hoy al alcance de nuestra mano, podemos observar muchas maravillas robóticas que basan su funcionamiento en el equilibrio y el uso de giróscopos, pero lo notable es la vanguardia que presentaba Wallace en su invención, más allá de los tamaños involucrados en las teóricas construcciones.
La joya equilibrista que vemos en el video de arriba nos muestra y recrea el concepto ideado hace medio siglo, sin el apoyo de la electrónica ni la miniaturización. Naturalmente, los trabajos de Henry W. Wallace no terminan en este fallido aporte al ejército sino que existen muchas patentes otorgadas a este ingeniero de GE Aerospace, Valley Forge PA, las que en su mayoría tratan de su continuo interés en lograr el dominio y control absoluto de las fuerzas gravitacionales sobre los cuerpos. Los giróscopos son una parte fundamental en sus trabajos de investigación y, en sus comienzos, sus creaciones no eran consideradas por la comunidad científica (como te sucede a ti, a mí y a cualquier genio loco inventor).
La Máquina Kinemásica
Ni él, ni sus patentes de invención lograban despertar el interés de quienes debían apoyar sus teorías. Un ejemplo más de este rechazo fue el “Kinemassic Machine”, del cual hoy se sabe que el ejército de los Estados Unidos está analizando y estudiando muy seriamente en secreto, lamentando que las patentes de estos inventos sean de libre divulgación y estén a la luz de cualquiera. Si bien al principio (como siempre) fue considerada una idea alocada y muy difícil de comprobar, la mencionada máquina kinemásica de Wallace cobró notoriedad cuando el profesor Eric Laithwaite, del Imperial College de Londres, llegó a las mismas conclusiones de manera independiente y con una teoría similar.
De acuerdo a las patentes de Wallace y a su teoría constructiva basada en un par de ruedas de aleación de cobre, este dispositivo basado en el funcionamiento de un giróscopo podía lograr campos antigravitatorios que permitían obtener sistemas de propulsión altamente eficaces. El funcionamiento de este dispositivo permitía la reducción de peso de los objetos gracias a la influencia de fuerzas antigravitacionales, hecho que en su momento no interesó a la comunidad científica y que hoy es objeto de estudio y análisis.
¿Alguna vez has sentido que con tus ideas ocurre lo mismo? ¿No te ha ocurrido que has tenido una brillante idea y la falta de apoyo ha hecho naufragar tu posibilidad de crecimiento espiritual y profesional? ¿Cuánto genio incomprendido hay allí afuera a la espera de la oportunidad justa en el momento justo? ¿Tú te sientes uno de ellos?