En los años ochenta se suponía que en la actualidad casi todos los trabajadores realizarían sus tareas en casa, sin necesidad de ir a la oficina. Sin embargo, solo una pequeña cantidad de trabajos se realizan de esta manera. Mientras que algunos vaticinan el fracaso de este modelo, muchos casos de éxito refuerzan su validez.
Un informe publicado en el sitio Economist Intelligence Unit (de The Economist) da cuenta de que la oficina virtual, el sueño dorado de hace 20 años, podría haber fracasado. Por supuesto, esto no significa que el trabajo desde casa sea imposible, o que haya algún impedimento tecnológico para que se lleve a cabo. Lo que preocupa a los expertos es la falta de interacción “cara a cara” entre lo integrantes del grupo de trabajo, que a la larga terminan por minar la confianza entre ellos.
Desde el punto de vista económico y medioambiental, el teletrabajo es la panacea. Es fácil darse cuenta que esta modalidad de trabajo ahorra tiempo y evita la emisión de gases contaminantes al no requerir el traslado de las personas todos los días a su lugar de trabajo. También permite el mejor aprovechamiento del tiempo, ya que no siempre es necesario realizar el trabajo en un horario determinado. Además, el trabajador se encuentra en un ambiente que le es cómodo (¡su propia casa!) y esta cerca de su familia.
La tecnología actual nos proporciona todas las herramientas necesarias para poder desempeñarnos desde casa igual de bien que en una oficina. Cientos de paquetes de software ofrecen herramientas de colaboración y entornos virtuales que hacen indistinguible una reunión de trabajo virtual de una real.
Sin embargo, según el sitio Economist Intelligence Unit, la única manera realmente eficaz de forjar relaciones de trabajo y de confianza es reunirse cara a cara. “La confianza, así como la posibilidad de éxito de los proyectos, parece aumentar con las interacciones cara a cara interacciones”, sugiere la investigación. Y continúa: “Existe también una importante correlación positiva entre el cara a cara, la comunicación y el éxito del proyecto.”
Pero en el mundo existen muchos casos de éxito que demuestran que aun sin conocerse personalmente, un grupo de personas (en algunos casos de miles de ellas) pueden trabajar perfectamente y en armonía. De hecho, muchos proyectos GNU (como Linux) han sido el fruto de la colaboración “a distancia” de decenas de miles de personas que muy posiblemente nunca se vieron personalmente.
Algunas empresas incluso le permiten elegir a sus trabajadores si desean realizar su tarea desde casa o en la c. Y son muchos lo que aprovechan esta posibilidad de quedarse en casa y ahorrarse los viajes y el dinero que ellos representan. Por supuesto, esta alternativa exige una gran responsabilidad, ya que en casa puede resultar bastante fácil distraerse y no cumplir con los plazos de trabajo.
Es posible que, en caso de que el informe mencionado sea correcto, el problema planteado tenga solución. Como en otros muchos casos, quizás no sea necesario ni recomendable elegir una u otra alternativa, sino que podríamos beneficiarnos de un “mix” entre ambas opciones. Un régimen de teletrabajo que además incluya reuniones semanales o quincenales seguramente no presentaría los problemas derivados de la ausencia de interacción “face to face”.
Por ultimo, tengo un ejemplo irrefutable de que el teletrabajo es posible, y que un proyecto encarado por personas que no tienen trato en persona puede funcionar perfectamente: NeoTeo. Quienes escribimos aquí vivimos separados por miles de kilómetros, en muchos casos no nos hemos visto nunca, y sin embargo, todo funciona de maravillas.