No necesita ninguna clase de introducción. De hecho, ya puedes escucharlo en tu cabeza: El zumbido, el cambio de tono con su movimiento, la explosión de su contacto. El sable láser de Star Wars produce uno de los sonidos más espectaculares de la ciencia ficción… pero no todo el mundo sabe cómo fue creado. Por suerte, su mente maestra Ben Burtt compartió varios detalles sobre el proceso exacto, y al igual que sucedió con otros sonidos famosos de Star Wars, el sable láser se basó en una combinación bastante extraña…
Death Race 2000, E.T., The Dark Crystal, la franquicia de Indiana Jones, WALL-E, Star Trek, John Carter. Todas esas películas tienen un nombre en común: Ben Burtt, uno de los mejores diseñadores de sonido en la industria del cine, con más de 40 años de carrera y cuatro premios Oscar bajo el brazo. Sin embargo, nombrar a Ben Burtt es nombrar a Star Wars. ¿Recuerdas el grito de Wilhelm? El propio Burtt fue quien se encargó de popularizarlo en Star Wars, y rastrear su verdadero origen.
Pero la lista de efectos asociados a Burtt es mucho más amplia: La respiración de Darth Vader, los blasters, el «diálogo» de R2-D2, los motores del TIE Fighter… y los sables láser. ¿Qué fue lo que utilizó para crear uno de los sonidos más importantes e impactantes de la historia del cine? Afortunadamente, Burtt no es reacio a compartir sus trucos…
¿Cómo se hizo el sonido del sable láser en Star Wars?
Burtt explica que el sable láser fue «el primer sonido» que creó en Star Wars. Si bien su trabajo inicial era buscar voces para Chewie y R2-D2, quedó fascinado con el sable láser tras leer el guión y ver el fantástico arte conceptual creado por Ralph McQuarrie. Con semejante fuente de inspiración, Burtt logró imaginar sonidos (o mejor dicho, «escucharlos en su cabeza») que encajaran con ese estilo visual.
Otro dato interesante es que en aquel entonces, Burtt todavía era estudiante y proyeccionista en la Universidad de Southern California. La sala de proyección estaba compuesta por viejos equipos Simplex. Esos proyectores poseían un motor especial que los conectaba al sistema, y cuando estaban «en espera» hacían un fabuloso zumbido.
Sin embargo, ese zumbido no era suficiente: Al sable láser le faltaba algo más, un elemento «centelleante» en las propias palabras de Burtt. Ese algo lo encontró por accidente en la parte trasera de un televisor que estaba en el piso, encendido pero sin volumen. Básicamente, su micrófono registró toda la emisión del televisor en funcionamiento. Burtt tomó ese «bzzzt», lo combinó con el zumbido del proyector, y esa mezcla se convirtió en la base del sable láser. El último paso fue crear la sensación de movimiento: Para ello, Burtt colocó un altavoz con el nuevo sonido, y empezó a mover un micrófono sobre él, alejándose y acercándose. El resultado final… es inolvidable.