Si alguien nos pide describir al ser más implacable del mundo a la hora de matar a otras especies, lo primero que nos viene a la mente es el humano… pero no es así. Hay algo allá afuera que ha estado en guerra durante miles de millones de años, aniquilando a sus enemigos con una precisión escalofriante. Se trata de los bacteriófagos, y su único objetivo, es asesinar bacterias.
Cualquiera que vea la estructura de un bacteriófago por primera vez pensará que se trata de algo artificial (digamos, un robot con un d20 en la cabeza), pero estamos ante un virus. Los primeros estudios sobre bacteriófagos se remontan a fines del siglo 19, aunque en ese momento no se los había reconocido del todo como tales, y el impacto de la Primera Guerra prácticamente detuvo el progreso en dicho campo. Si bien resulta imposible determinar con exactitud el número de bacteriófagos existentes, la información disponible sugiere que superan por mucho a toda la suma global de organismos. En otras palabras, los bacteriófagos no son solamente los asesinos más efectivos de la Tierra, sino que desde cierto punto de vista, también la gobiernan.
(N. del R.: El vídeo posee subtítulos en español)
El último vídeo de Kurzgesagt es contundente: Los bacteriófagos eliminan al 40 por ciento de las bacterias en los océanos por día, sin embargo, ni siquiera esa devastación les permite escapar de su esencia viral. Los bacteriófagos necesitan de un huésped para reproducirse, y su capacidad de ataque se limita a una bacteria específica, o sus familiares compatibles más cercanos. En términos relajados, el bacteriófago perfora la superficie de la bacteria e inyecta en ella su material genético. A partir de ese punto, el único trabajo de la bacteria es crear nuevos bacteriófagos, los cuales escapan vía lisis liberando la enzima endolisina.
Ahora, ¿por qué nos interesan tanto los bacteriófagos? Básicamente, su potencial como reemplazo para los antibióticos es gigantesco. Nuestra adicción a los antibióticos ha causado una nueva serie de problemas, dando lugar a bacterias resistentes. Si estas «superbacterias» son atacadas con bacteriófagos especializados, terminarán destruidas como una bacteria normal. ¿La mejor parte? Aún si las bacterias llegan a desarrollar una forma de resistencia a los bacteriófagos, en el proceso deben ceder su resistencia a los antibióticos tradicionales.