La selva amazónica guarda misterios indescriptibles, pero uno que sedujo a exploradores, conquistadores y saqueadores durante siglos es El Dorado. Hombre, ciudad, reino e imperio, El Dorado se fue transformando con cada nueva narración, sin embargo, la versión que conoció de pequeño el experto en geotermia Andrés Ruzo incluye un río de agua hirviendo. La diferencia es que ese río existe. Se encuentra en el Amazonas peruano, y como era de esperarse, mata a todo lo que entra en él.
Varios años atrás tuve la posibilidad de visitar varios lugares con aguas termales, y debo confesar que nunca me sentí cómodo con la idea de que el agua salga caliente del suelo. Tal vez haya quedado demasiado marcado por cierta escena de Dante’s Peak (1997) con Pierce Brosnan… pero de todos modos prefiero soluciones que redirigen el agua a piscinas.
Ahora, lo más interesante es que ese combustible para pesadillas (o sea, una corriente natural tan caliente que podría matar a una persona) existe en pleno corazón del Amazonas peruano. Su nombre local es «Shanay-timpishka», «Calentado por el Sol» de acuerdo a una humilde traducción.
Shanay-timpishka: El río hirviente
El río se convirtió en una especie de desafío personal para el experto en geotermia Andrés Ruzo. Su primer contacto con él fue a través de su abuelo, quien le contó una versión de la historia sobre la mítica ciudad de El Dorado que incluía «un río que hierve».
En un principio se creyó que un río de agua hirviendo en esa zona era una imposibilidad científica. Los volcanes activos se encuentran a cientos de kilómetros de distancia, y la cantidad de energía necesaria es gigantesca.
Ruzo enfrentó críticas de sus pares y su consejero de tesis, quien le sugirió que deje de hacer «preguntas estúpidas». Afortunadamente, Ruzo decidió ignorar a su consejero, viajó a la región de Mayantuyacu, y comprobó que su río legendario era real.
Y sí, en sus secciones más calientes mata todo lo que toca. Ruzo registró temperaturas por arriba de los 210 grados Fahrenheit, o 98.8 grados Celsius. Reptiles, aves, insectos… sus restos son bastante comunes en la orilla. Un río enorme, caliente y no volcánico. Maravilloso y aterrador a la vez.
Increíble lo sorprendente que tiene este mundo todavía para mostrarnos.