Y nunca peor dicho. Según advierten los ecologistas, nos quedamos sin agua. El mundo se encuentra en peligro de llegar a lo que ya llaman “el pico del agua”, situación catastrófica donde los países entrarían en guerra por el dominio del escaso elemento. Se prevé que para el 2025 nos estemos arrancando la cabeza para poder beber un sorbo de agua o disponer de algunos litros para las funciones más básicas. Si no ponemos remedio, estamos abocados a una era de tormentos bélicos y sufrimientos hídricos.
No aprendemos. A veces uno se pregunta si en el fondo tenemos merecido todo lo que nos pasa. Arrasamos los bosques del planeta, acabamos con infinidad de especies, ensuciamos la tierra, contaminamos los mares, enturbiamos los cielos. Desatamos guerras químicas, biológicas y nucleares. Reventamos pueblos enteros, pulverizamos ciudades, asesinamos hombres, violamos mujeres y masacramos niños. Y ahora, nos damos cuenta de que también vamos a acabar con el agua, ese recurso que nos parecía infinito e imposible de expoliar. Pues bien, según advierte un informe anual del Pacific Institut de California, el mundo está llegando a unos niveles de saturación de población y una falta de capacidad de ordenar el agua de modo sostenible, que pronto vamos a llegar a lo que han dado en llamar “el pico del agua”. Este término se ha empezado a utilizar recordando el “pico del petróleo”, situación que nos avisa de que mucho antes de que se termine definitivamente el recurso, la humanidad entrará en una peligrosísima fase de agonía donde lucharán todos con todos por agarrar esos últimos litros de combustible que serán carísimos. Y claro, se convierte en una espiral de violencia, en la que todos los países quieren hacerse dueños del escaso bien y aparte de subir meteoricamente de precio por la brutalidad de la demanda, la confrontación por la fuerza está más que garantizada. Este panorama ya ha sido predicho por muchos especialistas y no tardará en hacerse realidad. Dicen que apenas 30 años.
Con el agua va a suceder lo mismo. No es que se vaya a acabar de golpe (en los mares existen billones de litros), pero el precio de transformar esa agua en apta para el consumo humano se disparará hasta límites insostenibles, haciendo que sólo los más adinerados puedan acceder a ella. Según afirma Peter Gleick, el director del Pacific Institut de California, la agricultura, la industria y otras demandas, se llevan la mitad del agua dulce del mundo. Sin ir más lejos, un vaso de zumo se naranja “cuesta” producirlo 850 litros, un microchip necesita 16.000 litros para eliminar sus residuos y una hamburguesa gasta 2.400 litros según el tipo de carne y de donde provenga.
Dan Smith, el Secretario General del British-based peacebuilding organisation International Alert dijo: “El agua es una condición básica para la vida. Su disponibilidad y calidad es fundamental para todas las sociedades, especialmente en relación con la agricultura y la salud. Hay lugares – África occidental, el Ganges en la India y el río Brahmaputra en Nepal hoy y en el Perú dentro de los diez años – en donde los cambios importantes en los ríos generan un riesgo de conflicto violento. La buena gestión del agua es parte de la paz".
David Zhang, un geógrafo de la Universidad de Hong Kong, publicó un estudio en la revista de la Academia Nacional de Ciencias(EEUU) donde analizó 8.000 guerras ocurridas durante más de 500 años de nuestra historia y así concluyó que la escasez de agua ha desempeñado un papel como catalizador muchísimo más importante de lo que antes suponía. Es decir, que lo que ha motivado las guerras quizá no haya sido el agua de un modo directo pero si ha constituido un factor determinante para disparar las hostilidades y meter a las sociedades en un conflicto violento que de otro modo quizá no habría sucedido o lo habría hecho mucho más tarde y de modo menos virulento. "Estamos en alerta, porque esto nos indica que la escasez de recursos es la principal causa de la guerra", dijo. "Los seres humanos definitivamente tienen los conflictos por culpa de eso".
Gleick afirma que aunque parece sencillo despilfarrar el agua como recurso sostenible y volver a reutilizar sin preocuparse de ella porque el ciclo nos parece indefinido, la realidad se convierte en algo mas sombrío cuando nos damos cuenta de que no es la cantidad de agua lo que generará las tensiones sino llegar a ese pico del agua donde los beneficios de la obtención del recurso serán superados por el trastorno ecológico y la dificultad cada vez mayor de conseguir agua de calidad. Dice que una parte muy importante del problema es la enorme ineficacia con que son tratadas las aguas por parte de la industria y la agricultura. Tanto es así que la ONU declara ya que en el año 2025 dos de cada tres personas podrían estar viviendo en condiciones de estrés hídrico. La muerte por deshidratación es una de las más horribles y agónicas que existen, pues morir de sed provoca un dolor de cabeza cien veces superior al de la peor resaca que recordemos porque debido a la falta de agua, el cuerpo se nutre del líquido cefalorraquídeo del cerebro, y por tanto, lo seca. Además, tras dos días sin beber, dejamos de orinar y los riñones se hinchan como un globo, lo que causa un dolor similar a una puñalada; los ojos se secan y endurecen como si fueran de cristal. La agonía dura de tres a siete días.
Un informe del World´s Water avisa de la alarmante situación de China, que con su salvaje crecimiento y poco eficaz tratamiento del problema, está generando un peligro enorme para el planeta, amenazando incluso con la estabilidad mundial. Los occidentales creen que los conflictos al otro lado del planeta no les afectan pero nada más lejos de la realidad. Cuando la gran China comience a encontrarse con el agua al cuello ya veremos lo que ocurre con la paz y la concordia universal. En definitiva, que ya tenemos dos “picos” dispuestos a clavarse profundamente en nuestras sienes para dentro de unos 30 años: El del petróleo y el del agua. No somos conscientes del peligro que supone llegar a esta situación de escasez y de la inminencia y gravedad de las guerras que se nos avecinan. Se espera que la ciencia resuelva todo esto, con energías renovables y optimización de los procesos productivos tanto industriales como agrícolas pero ¿y nosotros no tenemos nada que decir? ¿Lo único que podemos hacer es seguir bebiendo zumo de naranja y echarle gasolina al deportivo?