Los mensajes secretos durante tiempos de guerra no son ninguna novedad. Desde la utilización de lenguajes pertenecientes a pueblos nativos de los Estados Unidos hasta el desarrollo de la archifamosa máquina Enigma, los métodos para mantener desinformado al enemigo fueron variados y muy creativos. Un ejemplo particularmente complejo surgió en el esqueleto de una paloma descubierto hace treinta años. En una de sus patas había un mensaje dividido en 27 bloques de cinco letras, escrito durante la Segunda Guerra Mundial. Y hasta ahora, el misterioso código se ha resistido a los expertos de las agencias de inteligencia.
0100111001101111. Lo anterior no es un buen ejemplo de mensaje en código. De hecho, es terrible. Pero sirve para visualizar un poco mejor la idea de que algo aparentemente complejo puede ser en realidad muy simple de resolver. Todo el que desarrolla una forma de código juega con este factor, tratando de llevar a un “intérprete no autorizado” a caminos sin salida y múltiples frustraciones, sin mencionar la pérdida de tiempo asociada.
Si retrocedemos al tiempo de la Segunda Guerra, inevitablemente cruzaremos caminos con la máquina Enigma. Por sí sola, la máquina representaba un avance tecnológico extraordinario, sólo superado por los enormes esfuerzos detrás de su criptoanálisis. Aún así, no era el único método disponible para enviar mensajes secretos, y la evidencia que más relevancia ha ganado en las últimas horas, salió del esqueleto de una paloma descubierto hace treinta años.
En 1982, David Martin se encontraba remodelando su casa ubicada en Bletchingley, condado de Surrey. En la chimenea encontró el esqueleto de la paloma en cuestión, y en una de sus patas había un pequeño cilindro de color rojo, con un mensaje intacto en su interior. El mensaje está basado en 27 bloques de cinco letras cada uno, que por supuesto carecen de sentido alguno a simple vista. El mensaje eventualmente llegó al Cuartel General de Comunicaciones Gubernamentales británico, pero los expertos no han podido quebrar el mensaje todavía.
Aparentemente, necesita de su “libro de códigos” correspondiente para ser descifrado, aunque también existe la posibilidad de que haya sido cifrado con un sistema “de un sólo uso”, bastante popular en aquel entonces. En ambos casos, lo más probable es que el material necesario haya sido destruido.
El destinatario del mensaje secreto es un tal “X02”, y está firmado por “Sjt W Stot”. Todos los caminos llevan a tratar de identificar a este sargento W Stot (“Sjt” está basado en la expresión coloquial “serjeant”, reemplazada por “sergeant”) y al destinatario X02, para que las autoridades logren tener una mejor idea de cómo enfrentar a este curioso desafío.
La inteligencia británica ha dicho que se usaron cerca de un cuarto de millón de palomas durante la Segunda Guerra. El mensaje es real, pero si no aparece información adicional, o la ayuda de algún sobreviviente que haya tenido una participación activa de las comunicaciones durante la guerra, lo más probable es que el objetivo del sargento Stot, quede intacto.