Imagina sólo por un momento que tu coche tiene un faro roto o presenta problemas en el cierre de una puerta. Con los repuestos adecuados y un poco de tiempo podrías hacer esas reparaciones por tu cuenta… pero ahora continúa con este ejercicio y visualiza una situación en la que no puedes acceder a ninguna pieza porque el fabricante controla su distribución e instalación. Eso es lo que sucede hoy con los coches Tesla, y aquellos entusiastas decididos a reparar o recuperar estos vehículos se encuentran atrapados en una especie de guerra fría con Elon Musk y su gente. Rich del canal Rich Rebuilds es uno de esos entusiastas.
Secretos comerciales, derechos de autor, copyright. Expresiones que en la medida justa son muy útiles a la hora de estimular la innovación y el desarrollo, pero que actualmente están siendo manipuladas de modo tal que representan una amenaza legal constante para cualquier creador o entusiasta operando a pequeña escala. Un par de meses atrás hablamos sobre la verdadera magia de Disney, que se encarga de alterar los plazos establecidos por las leyes de copyright estadounidenses y evitar así que sus personajes caigan al dominio público. Sin embargo, hay algo mucho peor que se cocina a fuego lento. Se trata de una estrategia que busca criminalizar los procesos de reparación, y que ha llevado a extremos increíbles como granjeros hackeando sus propios tractores porque el fabricante se niega a brindar soporte. ¿Quién aparece entre toda esta locura? Nada menos que Tesla.
Conoce al «doctor Frankenstein» de los coches Tesla
Rich Benoit es el rostro y la mente detrás del canal de YouTube llamado Rich Rebuilds, el cual saltó a la fama por una acción muy particular: Rich ha dedicado una parte significativa de su tiempo y su dinero a rescatar y reparar coches Tesla dañados en circunstancias como choques e inundaciones. Una práctica muy noble… que a Tesla no le gusta ni un poco. La posición de la compañía en materia de diagnóstico, reparación, reconstrucción y reemplazo es inflexible: Sólo ellos pueden hacerlo. Esto significa que Tesla no ofrece partes (sean nuevas o reacondicionadas), ni software de diagnóstico, ni herramientas especiales, ni nada que se le parezca. La única fuente de partes para Rich y sus colegas son otros coches Tesla semidestruidos que terminan destripados en sus garajes.
Rich es un verdadero doctor Frankenstein de los coches Tesla, y más allá de sus roces con la compañía, también se ha visto obligado a enfrentar otros desafíos, entre los que se destacan seguros, verificaciones técnicas, permisos locales, y la maldita burocracia que succiona la vida de todo lo que toca. A esto debemos sumar ciertas acciones naturalmente riesgosas como la manipulación de las baterías (hay mucho litio en el Tesla promedio, y demanda respeto), pero el problema de fondo no cambia. Hoy, Tesla es el «Apple de los coches eléctricos». Incluso cosas sencillas al nivel de faros y protectores de tuercas quedan fuera del alcance de mecánicos como Rich, y las leyes existentes tampoco ayudan demasiado. Massachusetts cuenta con un acta que habilita el «derecho a reparar», e indica que los individuos deben tener acceso a las mismas herramientas de los concesionarios… pero Tesla no se maneja con concesionarios, por lo tanto, escapa a los efectos de la ley. En lo personal, sólo espero que haya más genios locos como Rich, y que las compañías entiendan que la obsolescencia programada no es una opción.