El Pentágono, mediante un proyecto ideado y conducido por su agencia especializada DARPA, intentará meterse en la cabeza de las tropas. Están buscando construir el equivalente de un mando a distancia, pero para actuar directamente sobre el cerebro de la gente. Un dispositivo como ese permitiría controlar -mediante estímulos como el dolor o el placer- el comportamiento de amigos y enemigos en el campo de batalla. ¿Es posible, o solo se trata de una locura sin sentido?
¿Alguna vez viste una de esas películas en las que el chalado de turno va por la vida con un gorro de papel de aluminio que evita que “las voces” lleguen a su cerebro o que “el enemigo” pueda leer sus pensamientos? Bien, si DARPA logra hacer funcionar su nuevo proyecto, es muy posible que quieras comenzar a construir tu propio casco metálico. La agencia, famosa por haber conducido los experimentos más locos de la historia, ha anunciado que sus científicos están trabajando en el diseño de un equipo que -gracias a la emisión de ultrasonidos- podría lograr el “control mental” de sus soldados de forma remota. La idea detrás del proyecto es lograr que las tropas aliadas puedan evitar el dolor, el estrés, mantenerse alertas por más tiempo y, en definitiva, tener un mejor rendimiento en el campo de batalla. Por supuesto, la misma tecnología podría convertir al enemigo en una especie de zombie comatoso inofensivo.
Si bien un aparato capaz de proporcionar placer a distancia (¿alguien se acuerda de aquel cómic del genial Milo Manara?) o eliminar el dolor y el estrés seria sumamente bienvenido entre la población civil, la naturaleza bélica de DARPA hace que este invento esté pensado especialmente para la guerra. Esta tecnología de control mental remota, cuando esté lista, convertirá a las tropas en “soldados tuning”, capaces de permanecer 100% alertas durante días, o en máquinas insensibles al dolor. En realidad, la tecnología capaz de hacer este tipo de cosas ya existe. Hay aparatos que mediante una técnica conocida como “estimulación magnética transcraneal” logran “inducir” estados determinados –éxtasis religioso incluido– en el sujeto que se somete a su influencia. Pero esas máquinas distan mucho de ser pequeñas o portátiles, y mucho menos son capaces de hacer su magia a distancia. Lo que busca DARPA es el mismo tipo de efecto, pero aplicable mediante un “control remoto”. Bonito, realmente bonito.
El máximo responsable del desarrollo de estos chismes es el neurocientífico William Tyler, de la Universidad de Arizona, quien ha recibido los fondos necesarios de la agencia DARPA para que diseñe el equipo de control mental sin electrodos. Cuando esté construido, su “pulsador ultrasónico transcraneal” (“transcranial pulsed ultrasound”) podrá interferir en los circuitos neuronales desde el exterior del cráneo. Según el científico, es posible lograr la estipulación de regiones especificas del cerebro sin necesidad de utilizar técnicas invasivas, reemplazando los electrodos que acostumbramos a ver por ultrasonidos. Para lograr el control individual de cada soldado, se incorporaría un receptor en el casco de cada uno, que comandaría un pequeño emisor de ultrasonidos. El responsable de la operación podrá, desde el puesto de mando, activar el estimulador de un soldado para despertarlo, o el de otro para que deje de sentir dolor en una pierna. Desde el punto de vista sicológico, la estimulación de algunas regiones especificas del cerebro lograrían que los soldados no sientan culpas ni malestar cuando matan a sus enemigos. Por supuesto, cuando todo haya terminado y el aparato deje de emitir sus balsámicos cantos de sirena, la realidad puede golpear con toda su dureza y el sentimiento de culpa frente a lo actuado apoderarse del soldado. Pero en ese momento, con la batalla finalizada, poco le importará a DARPA que el pobre tío se sienta bien o mal, ¿no crees?
“Montar el emisor de ultrasonidos en el casco permitiría una resolución espacial extremadamente específica, lo que aportaría enormes ventajas sobre los enfoques actuales. El control preciso de la profundidad y del lugar que se está estimulando con los ultrasonidos harán de este proyecto algo único”, dice Tyler. Por supuesto, una tecnología como esta también puede convertirse en un arma capaz de desarticular los pelotones enemigos. Cuando esté listo, el ejército de Estados Unidos podría utilizar la maquina puesta a punto por Tyler para generar los efectos contrarios en las tropas enemigas: cansancio, desorientación, estrés o dolor, simplemente pulsando un botón. Aquí ya no hace falta poner un emisor en el casco -algo bastante difícil de hacer cuando el casco es de un enemigo- porque no se necesita un “efecto” especial para cada uno. Se puede hacer aullar de dolor a todo el mundo por igual. Incapaz de dejar de pensar en aplicaciones para su proyecto, Tyler imagina aparatos de estos colocados en las empresas para lograr que los empleados sean más eficientes, o en lugares públicos para intervenir rápidamente en caso de desmanes o frente a un atentado o crisis con rehenes. Si llegamos a dispone de algo como esto, viviríamos en un “mundo feliz”, ya no controlado mediante drogas sino por emisiones ultrasónicas. ¿Se trata de una realidad o es solo fantasía? Quizás un poco de cada cosa. Mientras que algunos opinan que aparatos similares ya están siendo usados y somos verdaderos esclavos controlados por emisiones invisibles, otros creen que dicho aparato será posible, pero que la tecnología necesaria no estará a nuestro alcance durante bastante tiempo. ¿Tu que crees?