Imagina a un hombre que pasa su vida cometiendo delitos menores con el objetivo de convertir a la cárcel en su hogar. Sin violencia, ni resistencia. De hecho, este hombre utiliza siempre la misma técnica para terminar detenido en cada oportunidad: Robar comida en restaurantes de New York. Parece una trama digna de Hollywood… pero un artículo del New York Times publicado en mayo de 1994 asegura que esa persona existió. ¿Su nombre? Gangaram Mahes, «El Comensal Serial».
El artículo original nos permite conocer una parte de la historia de Gangaram Mahes. Proveniente de Guyana y criado en la pobreza, llegó a los Estados Unidos en 1976 con apenas 18 años (su edad era de 36 años al momento de la publicación). El sueño americano se convirtió rápidamente en una pesadilla de recesión, desempleo, y falta de combustible. Mahes encontró refugio en el Ejército, pero fue dado de baja a los cinco años por sus problemas con el hachís.
Trabajó como recolector en Virginia y Florida bajo condiciones infrahumanas, y regresó a Guyana… sólo para volver a South Bronx con una esposa que lo abandonó. A finales de los ’80, la única constante en la vida de Mahes era la cárcel, y llegó a la conclusión de que estaba mejor allí. La estrategia para entrar resultó ser muy sencilla: Hacerse pasar como miembro de la clase media neoyorquina, ingresar a un restaurante, pedir una buena comida… y no pagar.
Gangaram Mahes: «El Comensal Serial»
El restaurante no debía ser ni muy costoso, ni muy barato. En el primer caso corría el riesgo de no recibir una mesa o sufrir una presión legal mayor, mientras que en el segundo podrían olvidar todo el asunto. El artículo revela que Mahes cometió el mismo delito al menos 31 veces, siempre declarándose culpable, y rechazando todas las instancias de negociación. La última vez había pedido un filete de pez espada en el American Festival Cafe del Centro Rockefeller (Google lo reporta como «permanentemente cerrado» hoy), por el que estaba cumpliendo una pena de 90 días en Rikers. Liberado el jueves, arrestado el domingo.
Y Mahes obtuvo exactamente lo que quería en cada ocasión: Un lugar ordenado, un lugar para dormir, ropa limpia, y al menos dos comidas diarias. El New York Times se tomó la molestia de analizar el costo de la «estrategia» de Mahes. 162 dólares diarios en impuestos, unos 14.580 dólares por su «estadía» de 90 días… cuando la cuenta original era de 51 dólares. Todos sus defensores solicitaron penas alternativas debido al perfil serial de sus actos, pero los fiscales siempre se negaron, y Mahes ha aceptado condenas que oscilaron entre 10 y 180 días. En el último caso, los fiscales buscaron encerrarlo por un año. Sus abogados asignados trataron de explorar otras opciones, pero cuando el juez ofreció una pena reducida de 90 días, Mahes la tomó sin pensarlo dos veces.
La historia de Gangaram Mahes termina aquí, pero imagino que sus vacaciones en Rikers ya dejaron de ser una opción. Las condiciones en esa cárcel se han deteriorado notablemente (en especial después de la pandemia), y la ciudad ya votó por su cierre definitivo en 2026.
(N. del R.: El artículo original está detrás de un paywall)
Fuente: The New York Times