No podemos evitarlo: Cada vez que hablamos sobre el Hindenburg, automáticamente viene a nuestras mentes la bola de fuego y su destrucción total en mayo de 1937. Sin embargo, pocos saben que el dirigible estuvo cerca de encontrar su final el 26 de marzo de 1936. Ese día, tanto el Hindenburg como el Graf Zeppelin formaron parte de Die Deutschlandfahrt, un gran acto de propaganda organizado por la Alemania Nazi para «justificar» la remilitarización de Renania a través de un referendo…
La historia nos dice que el primer vuelo del LZ 129 Hindenburg se llevó a cabo el 4 de marzo de 1936, con un total de 87 personas a bordo, combinando pasajeros y tripulación. Su comandante fue Hugo Eckener, administrador de la Luftschiffbau Zeppelin durante el período de entreguerras, comandante del Graf Zeppelin en varias ocasiones, y probablemente el mejor piloto de dirigibles de la historia. Pero Eckener tenía otro detalle: Era un anti-Nazi hasta la médula, y eso lo llevó a chocar con ciertos personajes, incluyendo a Joseph Goebbels, ministro de propaganda del régimen.
Dos dirigibles, y un «referendo»
El 7 de marzo de 1936, las fuerzas alemanas iniciaron la ocupación de Renania (Rheinland), una región que bajo el Tratado de Versalles de 1919 (ya sabes, el «armisticio de 20 años» según las palabras del general Ferdinand Foch) había sido declarada como desmilitarizada. Esa ocupación también quebró los Tratados de Locarno de 1925, y en un intento por «justificar» sus acciones, Adolf Hitler llamó a un referendo para que el 29 de marzo, «el pueblo alemán» ratifique o rechace la ocupación.
Pero eso no fue todo: El llamado a votar estaría acompañado por «Die Deutschlandfahrt», un vuelo a través del territorio alemán (básicamente cada ciudad y pueblo con más de 10 mil habitantes), enfocado en distribuir propaganda. Joseph Goebbels le demandó a la Luftschiffbau Zeppelin que el Hindenburg y el Graf Zeppelin estuvieran disponibles para el «gran tour», partiendo del campo aéreo Löwenthal en la mañana del 26 de marzo.
Como era de esperarse, Eckener hizo todo lo posible para impedir el uso político de sus dirigibles, y especialmente el Hindenburg, citando una falta de pruebas técnicas, y la necesidad de prepararlo para su viaje a Río de Janeiro. Goebbels insistió en la participación de ambos vehículos, pero Eckener tuvo algo similar a una pequeña victoria: Se negó a comandar al Hindenburg, y dejó ese lugar al capitán Ernst Lehmann, a quien tampoco tenía en alta estima por su tendencia a realizar maniobras peligrosas.
Una de esas maniobras sucedió en la mañana del 26. Con el Graf Zeppelin esperando en el aire, Lehmann quiso impresionar a todos los presentes realizando una salida en tiempo y forma, a pesar del clima adverso. Comenzando las operaciones de ascenso, el Hindenburg recibió una corriente de viento a 35 grados, y esto provocó que su alerón inferior golpeara contra el suelo y se arrastre, dañando el timón.
Nadie estaba feliz con la situación. Eckener se despachó criticando a Lehmann, y los guardias de seguridad en el campo entraron en acción para confiscar cámaras, temiendo una ola de propaganda negativa. El Hindenburg regresó al hangar, y una serie de reparaciones temporales le permitieron unirse al Graf Zeppelin varias horas después.
De hecho, debió volar con los mismos «parches» a Río de Janeiro. En ese vuelo transatlántico, el comando siguió en manos de Lehmann, y Eckener fue relegado a un rol de supervisión. Goebbels trató de censurar el nombre y la imagen de Eckener, pero el «apagón» no duró más de un mes. ¿Qué pasó con Lehmann? Fue una de las víctimas del «Desastre»: Aunque sobrevivió la tragedia inicial, murió a causa de sus heridas.
Fuentes: The Collection of Harold G. Dick, Wikipedia