Occidente siguió con interés -casi como si se tratase de una serie televisiva- el proceso de construcción del LHC. Durante años vimos como se iba construyendo la gigantesca máquina, y una vez que quedó terminada nos asombramos con sus logros (y fracasos). Pero casi nadie sabe que en la ex Unión Soviética se comenzó -a mediados de la década de 1980- la construcción de un dispositivo muy parecido, que fue abandonado cuando se derrumbó su economía. Te mostramos las fotos del “hermano ruso” del Gran Colisionador de Hadrones.
Es posible que una buena parte de las grandes obras de la ingeniería soviética sean prácticamente desconocidas en occidente. Los años de la Guerra Fría sirvieron para que esa nación protegiese fieramente sus secretos, y muchos trabajos científicos muy importantes solo pudieron conocerse años o décadas después de ser efectuados. Las instalaciones existentes en un pequeño asentamiento urbano llamado Protvino son un buen ejemplo de esto.
Protvino nació como un asentamiento urbano creado específicamente en 1958 para funcionar como sede de un gran laboratorio de física de altas energías. En 1965 se inauguró el Instituto Rosatom, que alcanzó cierto renombre por su acelerador de protones de 70 Gev. Este acelerador, cuando fue inaugurado en 1967, era el más grande del mundo. Pero los físicos rusos sabían que si querían profundizar en la estructura íntima de la materia, necesitaban un acelerador más potente.
En 1989 Protvino consiguió el titulo de ciudad. Había dejado de ser un sencillo asentamiento para convertirse en algo bastante parecido a un apacible pueblecito. Pero los cambios mas importantes se encontraban en su subsuelo: los científicos soviéticos habían elegido este pequeño pueblo situado a 100km de Moscú y a 15km de Serpukhov, sobre la margen izquierda del río Protva, como el mejor sitio para la construcción de un gigantesco colisionador de partículas.
El gigantesco acelerador -cuyas características técnicas no conocemos pero en algunos sitios se habla de potencias comparables a las del LHC- nunca fue terminado. El derrumbe que sufrió la nación dejo sin fondos también a la ciencia, y el sueño ruso de contar con esta increíble herramienta científica quedó trunco. A pesar de que en las instalaciones de Protvino se realizaron históricos descubrimientos -el Antihelium y el efecto Serpukhov, entre otros- no lograron sobrevivir al desastre económico.
Lo que pudo ser el acelerador de partículas más grande del mundo, una obra en la que seguramente se invirtió una verdadera fortuna -recordemos que el LHC costó algo así como 6 mil millones de dólares– cayó en el abandono antes de ser culminada. Las fotos que estás viendo, que pertenecen a la web English Russia son elocuentes: los rusos hacían todo “a lo grande”.
¿Que hubiese ocurrido si este acelerador se hubiese construido? Dejando de lado las teorías del tipo “hubiesen construido mejores armas”, seguramente la ciencia hubiese ganado un par de décadas. El trabajo que está haciendo hoy el LHC podría haber sido hecho hace 20 años. Las instalaciones abandonadas de Protvino son una prueba más de que la colaboración internacional es indispensable para llevar a buen puerto un proyecto de esta envergadura. ¿No te parece?