A pesar de que nuestro planeta tiene una antigüedad estimada en unos 4.500 millones de años, la vida animal tuvo lugar bastante más tarde. De hecho, hasta la “explosión” del periodo Cámbrico, ocurrida hace aproximadamente 540 millones de años, pocas cosas de tamaño mayor a una ameba caminaba por aquí. Sin embargo, científicos del MIT han hallado un fósil de 635 millones de años.
La evolución, responsable de la existencia de todo bicho vivo que encuentres sobre la Tierra, se tomó su tiempo antes de permitir la aparición de animales relativamente complejos en este planeta. De hecho, durante nueve décimas del tiempo geológico transcurrido desde la formación de nuestro planeta las condiciones ambientales fueron tan duras que solo pudieron desarrollarse organismos muy simples.
Las esponjas son animales, aunque muchos crean que son un mineral o alguna clase extraña de vegetal, y son uno de los animales más primitivos del planeta. Pero, y a pesar de su antigüedad, las esponjas comparten con los humanos una buena cantidad de material genético y particularidades bioquímicas. Por ejemplo, producen unos compuestos muy parecidos al colesterol, llamados esteroles C-30. Es una suerte que cuenten con este compuesto, ya que son los esteroles los que dejan rastros fósiles en los estratos geológicos.
Un equipo dirigido por Gordon Love, científico perteneciente al MIT (Massachusetts Institute of Technology), ha encontrado muestras abundantes esteroles C-30 originados hace más de 635 millones de años. Este hallazgo tiene una antigüedad al menos 100 millones de años superior a la explosión cámbrica, por lo que probablemente provocará algunos cambios en las teorías actuales. Por lo pronto, los científicos han publicado los resultados de su expedición en el último número de la revista Nature.
"Nuestros datos representan la evidencia más antigua de vida animal en el registro fósil e indican que el origen de los animales ocurrió antes de que terminara la última gran glaciación precámbrica", se entusiasma Love. No es un dato menor, ya que la glaciación que menciona, conocida como Marinoan, acabó justamente hace 635 millones de años.
El periodo anterior al cámbrico, ocurrido entre 1.000 y 543 millones de años atrás, se llama neoproterozoico, e incluye las glaciaciones más intensas conocidas por los geólogos, con nombres como “Sturtian” o “Marinoan”. Para tener una idea de su importancia, los casquetes polares llegaban casi al ecuador, convirtiendo a nuestro planeta en una verdadera bola de nieve muy poco amigable para la vida animal. Además, en esa época los niveles de oxígeno en la atmósfera y en los océanos eran muy bajos, tal vez inferiores al 1% de la concentración actual, dado que no había bosques capaces de generar cantidades importantes de ese gas. Sin embargo, el hallazgo del equipo del MIT demuestra que al menos una especie de esponja fue lo suficientemente robusta como para prosperar en ese clima, y dejar su huella para que centenares de millones de años más tarde podamos conocerlas. A la de la imagen la llamamos Bob.