¿Cuál sería el equivalente a «perfección» para un grupo de ratones? Siendo mamíferos como nosotros, no es tan difícil establecer parámetros básicos: Un espacio seguro y limpio, comida abundante y agua potable, ausencia de depredadores naturales y control de enfermedades. El investigador John B. Calhoun les ofreció exactamente eso a través de una serie de experimentos que comenzaron en 1947. El único factor limitante para el desarrollo de los ratones fue el espacio físico, y a pesar de todas las ventajas iniciales, terminaron en un colapso general. ¿Por qué?
Catástrofe malthusiana, Soylent Green, Thanos chasqueando los dedos. No es la primera vez que exploramos el concepto de sobrepoblación bajo diferentes condiciones. La idea de un futuro perturbador, sin alimento ni agua segura, y atrapados en una guerra constante por espacio y recursos básicos, nunca fue desterrada por completo. Algunos creen que ese futuro es inevitable. Otros, que todavía tenemos tiempo para corregir el rumbo, y después están los que piensan que jamás sucederá.
Esas diferencias son las que nos llevan a investigar más, pero los estudios de sobrepoblación no son nuevos que digamos. De hecho, los más avanzados se realizaron entre finales de los ’40 y principios de los ’70, y tienen un nombre en común: John B. Calhoun, padre del «drenaje conductual», expresión que desarrolló entre 1958 y 1962, luego de haber realizado experimentos con ratas noruegas.
Dichos experimentos se basaron en «utopías», espacios cerrados con condiciones virtualmente ideales para la proliferación y reproducción de los roedores. Comida y agua sin límites estaban garantizadas, al igual que el material para crear nidos, la ausencia de depredadores (gatos, búhos, etc.), y el control de enfermedades. El más famoso de aquellos experimentos, llamado «Universo 25», no hizo más que confirmar todo lo que Calhoun había visto hasta ese momento.
El Universo 25 comenzó con apenas ocho ratones, cuatro machos y cuatro hembras. Hacia el día 560 del experimento, la población había llegado a 2.200 ejemplares. A partir de ese punto, la suerte del Universo 25 estaba echada. El único destino para sus habitantes era la extinción, a pesar de que la capacidad máxima del universo se calculaba en 3.000. Cada instante de sus vidas lo pasaron en compañía de otros ratones. Pocas hembras lograban llevar a término sus embarazos, y la mayoría parecía olvidarse de sus crías, abandonadas a mitad de camino.
Los pocos espacios aislados que quedaban eran hogar para un grupo de ratones que Calhoun llamó «los hermosos». Vigilados por un macho alfa, las hembras y los pocos machos presentes descartaron cualquier deseo de aparearse, pelear o competir. Simplemente se limitaban a comer, dormir, y cuidar su pelaje. Esos «hermosos» lograron escapar a la muerte y la locura en otras regiones del Universo 25, pero el precio a pagar fue la pérdida de todo comportamiento social básico. En las palabras del propio Calhoun, criaturas casi autistas, con el espíritu muerto.
El Universo 25 sigue capturando nuestra atención incluso después de tantos años, pero las conclusiones han variado desde entonces. Al principio era un ejemplo contundente de pesadilla malthusiana, el caldo de cultivo para un «drenaje conductual» que inevitablemente lleva al colapso de la sociedad. Sin embargo, estudios más recientes proponen otra clase de conclusión.
Los espacios para los ratones en cada uno de los pasillos disponibles tenían una única entrada y salida, o sea, eran posiciones muy fáciles de defender. Los machos más territoriales lograron así reducir el número de ejemplares en cada espacio (los «hermosos» que permanecían aislados), disparando la sobrepoblación en el resto del Universo 25. En otras palabras, el problema no sería la sobrepoblación, sino una falla en la distribución de recursos.
Finalmente, existe una tercera posición. Otro investigador, Jonathan Freedman, enfocó sus esfuerzos en estudiantes de secundaria y universitarios, y su conclusión es que el colapso no está asociado a la densidad, sino a un exceso de interacción social. No todos los ratones de Calhoun terminaron locos o violentos, y la clave fue que lograron aislarse del resto…
Fuentes: Smithsonian, io9, Biblioteca Nacional de Medicina