30 de noviembre de 1960. Un cohete Thor DM-21 parte de Cabo Cañaveral con la misión de colocar al satélite de navegación Transit 3A en órbita. El motor del cohete sufre un corte prematuro, y los oficiales ordenan su autodestrucción. Lo que esos oficiales jamás imaginaron es que quedarían a las puertas de un incidente internacional, ya que los restos del cohete terminaron cayendo sobre Cuba, matando a una vaca llamada Rufina…
Las misiones con órbitas polares desde Cabo Cañaveral no son tan comunes que digamos. De hecho, cuando SpaceX lanzó a los satélites SAOCOM 1B, GNOMES-1 y Tyvak 0172 en agosto de 2020 (ese evento también marcó el lanzamiento número 100 de la compañía), los sitios especializados explicaron que la última misión polar desde el Cabo había sido ESSA-9, un satélite meteorológico lanzado el 26 de febrero de 1969.
Las órbitas polares son muy útiles para el estudio del clima y el desarrollo de otros proyectos vinculados a la agricultura. Por lo general, esas misiones parten de la Base Vandenberg en California, aprovechando las ventajas en materia de seguridad. Si hay una falla, los restos caen sobre el Océano Pacífico, minimizando el riesgo para la población. En cambio, un lanzamiento polar desde Cabo Cañaveral demanda más atención, ya que «toca» una parte de la Florida, y pasa por territorio cubano. Y hablando de Cuba…
El «dios del trueno» y la vaca Rufina
A principios de 1961, las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos se estaban cayendo a pedazos. Washington interrumpió sus contactos diplomáticos en enero, y «Bahía de Cochinos» sucedió tres meses más tarde, sin embargo, esta historia nos obliga a retroceder un poco más… noviembre de 1960, para ser precisos. El día 30, un cohete «Thor DM-21 Ablestar» fue lanzado desde Cabo Cañaveral cargado con Transit 3A, uno de los satélites pertenecientes a la red predecesora del GPS. El segundo paquete en el cohete era SOLRAD 2, un híbrido entre satélite de observación de rayos X solares y satélite de vigilancia, que siendo honestos merece su propio artículo.
El plan original indicaba que Thor funcionaría por 163 segundos antes de su corte principal, pero el motor sufrió un inconveniente y se apagó antes. Ambas fases se separaron y «Ablestar» trató de continuar con el vuelo, pero la velocidad y trayectoria eran incorrectas. Los oficiales en el Cabo ordenaron la destrucción del cohete… y sus restos llovieron sobre territorio cubano. Como si eso fuera poco, un trozo del fuselaje cayó en el sur del país, e impactó contra una vaca llamada Rufina, causando su muerte.
La respuesta cubana estuvo en línea con la tensión política de la época. Castro llamó al incidente «un ataque cruel, y una violación del espacio aéreo cubano». Unos 250 manifestantes se acercaron a la embajada estadounidense en La Habana para protestar, y media docena de vacas cargaron carteles con «expresiones anti-imperialistas», incluyendo una que acusaba al presidente Eisenhower de «asesinar a una de sus hermanas».
La historia terminó con una compensación de dos millones de dólares, transformando a Rufina en la vaca más cara del mundo en aquel entonces, pero otras fuentes sugieren que Castro obtuvo fondos adicionales al vender los restos de Thor a los rusos, y el control vectorial a los chinos. Ahí lo tienes: La muerte de Rufina y el riesgo de accidentes posteriores provocaron que Cabo Cañaveral sea una opción inusual para lanzar misiones polares. Y como último dato de color, una muy famosa banda argentina escribió una canción, inspirada en aquella vaca cubana…
(De nuestros archivos, publicada en septiembre de 2020, con varios ajustes y updates.)
Fuente: Digital Journal