El sábado pasado se cumplieron cien años del nacimiento de Alan Turing, y honestamente, no necesitamos agregar nada más sobre él. Una mente extraordinaria, absurdamente maltratada y discriminada, y perdida mucho antes de su tiempo, pero que dejó un legado impresionante. Se han hecho muchos tributos alrededor del globo en estos últimos días, y durante una conferencia en la Universidad de Manchester, fue posible apreciar un algoritmo de ajedrez escrito por Turing hace 60 años. Para ponerlo a prueba, en el escenario había alguien que sabe una cosa o dos sobre ajedrez: Garry Kasparov.
El Ford T puede ser un coche primitivo en comparación con los modelos actuales, pero en su momento, fue un desarrollo extraordinario. En elementos similares se basó la analogía del ex campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov al describir el algoritmo de ajedrez de Alan Turing, conocido como Turochamp, que fuera escrito por el renombrado matemático hace 58 años. El sábado pasado se cumplieron cien años del nacimiento de Turing. Expertos en ciencia y tecnología han dedicado algunas palabras a su memoria. Hasta Google presentó un doodle inspirado en su trabajo. Y en la Conferencia del Centenario de Alan Turing llevada a cabo en la Universidad de Manchester, donde estuvieron presentes nombres del calibre de Vint Cerf y David Ferrucci (IBM Watson), el algoritmo de ajedrez fue expuesto al público.
El algoritmo fue diseñado a partir de la aplicación de ciertas “reglas de oro” con el objetivo de escoger la mejor movida posible, anticipando dos movimientos en la partida. Si tenemos en cuenta que los programas modernos de ajedrez pueden ir mucho más profundo que eso, y que Kasparov en una tarde normal anticipa diez jugadas, la descripción de “primitivo” parece adecuada para el algoritmo, pero no en un sentido que le quite valor, sino todo lo contrario. Es el primer programa de ajedrez jamás hecho. Si bien hay antecedentes de supuestas máquinas que jugaban al ajedrez (tal vez recuerden al falso “Turk”), el algoritmo de Turing es real, funciona, y a pesar de sus limitaciones, lo hace a la perfección.
El juego queda apenas como una anécdota. Tampoco tiene sentido enfrentar a un algoritmo de 60 años con un ex campeón del mundo y esperar una sorpresa. Los dieciséis movimientos que llevaron a Kasparov a la victoria son irrelevantes en este caso. Lo que es realmente admirable aquí es que Turing hizo el primer algoritmo para un juego de ordenador incluso antes de que hubiese un ordenador capaz de ejecutarlo (trató de hacerlo en la Ferranti Mark 1, pero no fue posible). Turing se usó a sí mismo como ordenador para probar el algoritmo, recurriendo a papel y lápiz y tardando entre quince minutos y más media hora para procesar cada movimiento. Más allá de la poca exigencia del algoritmo en términos competitivos, Kasparov no tuvo nada más que halagos para el trabajo de Turing, e incluso reconoció que podría dar problemas a ciertos jugadores casuales. Nos unimos a Kasparov en la admiración y el respeto hacia una persona claramente adelantada a su tiempo, y a la que le debemos mucho más de lo que imaginamos.