Telemarketing. Llamadas falsas de soporte técnico. Encuestas no solicitadas. Son apenas tres cosas que nos hacen pensar en renunciar a nuestras líneas fijas… y después incendiar el teléfono. A menos que las autoridades locales implementen algún mecanismo de protección, no hay mucho que una persona pueda hacer, a menos… que tenga un ejército de bots como aliado. Cansado de los telemarketers y los engaños, Roger Anderson creó a The Jolly Roger Telephone Company, cuyo objetivo es erradicar a los estafadores telefónicos.
Un par de semanas atrás recibí el llamado (grabado) de un alcalde (léase intendente). Un alcalde de un municipio en el cual no vivo, y que se encuentra a varios kilómetros de distancia. Cualquier idea o visión política que pueda tener este alcalde cae automáticamente en saco roto por una simple cuestión geográfica, pero la gran pregunta es: ¿Cómo llegó mi número de teléfono a su base de datos? Tal vez ni siquiera posee el número, y el trabajo estuvo a cargo de un marcador predictivo. Esa técnica también es utilizada por el telemarketing o telemercadotecnia, que bombardea día tras día a millones de personas para convencerlas de comprar algo que en el 99 por ciento de los casos no necesitan, y que probablemente les provoque un dolor de cabeza en el futuro. Como si eso fuera poco, hoy debemos sumar a los fraudes telefónicos en la forma de falso soporte técnico. Un pop-up aparece en el ordenador indicando que está infectado, y que debemos llamar al número en pantalla para hablar con «personal especializado». Esos engaños son muy comunes en todo el mundo, pero al otro lado del charco la están pasando bastante mal.
La historia de Roger Anderson comenzó cuando uno de los «operadores» insultó a su hijo de 14 años, después de que le hiciera perder el tiempo por un rato. Lamentablemente para los scammers, Anderson es un consultor profesional enfocado en la telefonía… y sabe lo que hace. Su respuesta fue The Jolly Roger Telephone Company, una firma bajo la que se encuentra desarrollando un ejército completo de bots que atienden estas llamadas, atrapan a los humanos del otro lado, y les hacen perder el tiempo hasta volverlos locos. Los bots cuentan con pequeñas grabaciones, expresiones al estilo de «hmmm», «sí», «no», «ajá», y otras frases extrañas como hablar del clima, o «tengo una abeja en mi brazo». Es algo sutil, diabólico y hermoso a la vez, porque con un bot de su lado, la víctima combate al estafador en el mismo nivel, destruye su paciencia, y más tarde recibe la grabación por correo electrónico, que es oro puro.
Al principio, Anderson se sintió preocupado por el daño que podría causar este ejército de bots si cae en las manos equivocadas, pero durante la última semana recibió un mensaje en su PC hablando de una infección… con un número telefónico. Dicho número pertenecía a un «nido fraudulento» de soporte técnico, y decidió desplegar el poder completo de sus bots. Realizó 100 llamadas en 20 canales simultáneos. Los estafadores atendieron, hablaron con los bots, comenzaron a colocarlos en espera, los insultaron, se empezaron a insultar entre sí (!), y preguntaban qué estaba pasando. Después repitió el proceso, esta vez con 500 llamadas simultáneas en 20 canales. Para cuando llegaron a la llamada número 300, los estafadores desconectaron el número.