El glamour y el avance tecnológico se unen en una mágica danza tridimensional, para prestar al comercio nuevas armas de seducción hacia el consumo. Presentamos los escaparates holográficos, un signo de distinción que ninguna empresa que aspire a un alto nivel de representación puede negarse. Dreamoc, de RealFiction, es para lugares exclusivos y muy caros. Pero, ¡demonios que se ve bonito!
Asistimos al avance imparable de las nuevas tecnologías de imagen basadas en el láser y en sus múltiples posibilidades. Empezamos con simples hologramas que pueden considerarse fotos 3D muy elaboradas, hasta llegar a los espectaculares pantallas holográficas regrabables, sin necesidad de las engorrosas gafas especiales. La tecnología láser es tan dúctil que se ha plegado a los designios del marketing y nos regala un espectacular escaparate holográfico donde todo parece ser real.
Parece una simple caja de cristal, pero su misterioso diseño permite generar una imagen perfecta que podemos ver dentro del transparente recinto. Podríamos decir que se trata de un proyector 3D muy avanzado que disimula muy eficazmente cualquier posible maquinaria responsable de la emisión de la imagen.
No sabemos si la calidad y resolución de la que es capaz este proyector se podrá comparar a la que conseguirán los televisores holográficos pero, a simple vista, podemos observar en el vídeo que la definición es aceptable, los colores son pasables y el movimiento bastante suave y realista. Siempre teniendo en cuenta que se trata de un sistema experimental y que no ha hecho más que despegar. Pronto alcanzará cotas sorprendentes.
Este escaparate tridimensional está diseñado para dotar a los comercios de prestigios, con clientes tan pudientes que hasta probablemente tengan su propio holograma. Incluso humildes, no pocas personas quedarán prendadas del místico movimiento del láser bajo la vitrina. Pero un gadget de este calibre solo puede exhibirse en los mejores establecimientos. O, al menos, en aquellos que puedan pagarlo. Porque auguramos que no será nada barato. No esperes rebajas de temporada ni ofertas de 2×1 donde veas uno de éstos.
Las aplicaciones prácticas del invento se disparan a poco que imaginemos todo tipo de usos estéticos comerciales. Pueden encajarse como vitrinas decorativas o como llamativos anuncios en los puntos altos de los edificios. La vitrina podría realizarse en diferentes tamaños y adaptarse a entornos variopintos.
Todo sea por sorprender al consumidor, atrapado en la onírica dispersión cromática de este sistema, que no se percata que el bolsillo tiende a soltarse a cada paso que da dentro del establecimiento.
No dejéis de mirar esa bola de fuego hipnótico. El suave movimiento de sus llamas provoca una sensación de realismo más que convincente. Paraos a mirar también el melifluo batir de alas del tenue pajarillo. Todo muy poético pero ¿os habéis parado a pensar cómo sería si aprovecháramos el proyector para emitir una película de terror?