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Domótica

La domótica es el conjunto de sistemas automatizados que aportan a una vivienda diferentes servicios, entre ellos gestión energética, seguridad, bienestar y comunicación. Estos servicios pueden estar integrados por medio de redes (internas y externas) de comunicación. Su objetivo último es facilitar la vida en la vivienda a sus habitantes.“Domótica” proviene del las palabras, del latín domus (que significa casa), y robótica, del checo robota (esclavo). En general, el concepto “domótica” se refiere a la automatización y control de los sistemas domésticos como la iluminación, climatización, persianas y toldos, puertas y ventanas, cerraduras, riego, electrodomésticos, suministro de agua, suministro de gas, suministro de electricidad, etc. El sistema permite el encendido, apagado y regulación de todos estos sistemas de manera automática, basándose en parámetros que el usuario puede determinar, o en forma manual.
Desde el punto de vista físico, un sistema demótico consiste de uno o varios elementos, generalmente electrónicos o electromecánicos. Es común encontrarse con un controlador, que en instalaciones centralizadas, es el que gestiona el sistema. Este es el que acapara casi toda la inteligencia del sistema, y suele contener la interfaz de usuario necesaria para presentar la información. Básicamente, debería incluir una pantalla y un teclado.
También se incluyen en el sistema diferentes dispositivos actuadores, que son dispositivos de salida capaces de recibir una orden del controlador principal y realizar acciones sobre los elementos conectados a ellos, como el encendido y apagado, apertura o cierre, etc.
Los sensores son los que se encargan de monitorizar de forma permanente variables físicas del entorno, con el objeto de detectar cambios en estas e informar al controlador de los mismos mediante un evento, que será procesado por la central. Ejemplos de cambios detectados por un sensor pueden ser la activación de un interruptor, cambios de temperatura, intensidad y dirección del viento, humedad, humo, escape de agua o gas, etc.
La arquitectura del sistema puede ser de dos tipos: centralizada o distribuida. Para pequeñas instalaciones, o sistemas limitados en funciones, la opción de un sistema centralizado es la ideal, ya que se concentra en un mismo equipo físico el controlador, los sensores y los actuadores necesarios para el control de la vivienda, evitando grandes cableados por la casa. Evidentemente, lo que se puede hacer con un sistema de este tipo es bastante limitado.
La otra opción es un sistema distribuido, que si bien exige el tendido de cables de datos o de alimentación (si se trata de un sistema inalámbrico), permite el control de elementos que se encuentren en cualquier parte de la vivienda, incluso en el exterior. Los sensores y actuadores pueden ubicarse allí donde se los necesite. Por supuesto, estos sistemas tienen un costo mayor que los sistemas centralizados.Integración: Desde el punto de vista de la integración, es común encontrar que todo el sistema funcione bajo el control de un ordenador personal. De esta manera, los usuarios no tienen que estar pendientes de los diversos equipos autónomos distribuidos a lo largo de la vivienda, y se proporciona una única interfaz para su programación. Esta centralización de funciones no es incompatible con la ubicación de indicadores de estado o pantallas en lugares estratégicos de la casa. La presencia de un ordenador personal en el sistema permite el acceso a las funciones principales a través de internet.

Interrelación: Algo que debemos exigir al momento de elegir un sistema de este tipo es la posibilidad de relacionar entre si sus diversos componentes, lo que agrega versatilidad a la hora de tomar decisiones. Así, si se puede interrelacionar el funcionamiento de la calefacción con la apertura de ventanas o la detección de personas en el interior de determinadas habitaciones, seguramente podremos ahorrar energía al evitar calefaccionar habitaciones vacías o con sus ventanas abiertas.

Facilidad de uso: Inevitablemente, un sistema de este tipo debe tener una interfaz de usuario completa pero sencilla, dado que todos los integrantes de la familia en algún momento interactuara con el. La información del estado de los diferentes sistemas de la casa deberán estar presentes en la pantalla del ordenador, y el accionamiento de los elementos conectados debe ser simple, a lo sumo mediante la pulsación de unas pocas teclas. Por ejemplo, la observación de la pantalla nos debería informar de un vistazo si tenemos correo pendiente, las temperaturas dentro y fuera de la vivienda, el estado de la calefacción, aire acondicionado, riego, alarma, etc.

Actualización: Seguramente, a medida que pase el tiempo y usemos el sistema, se nos ocurrirán cambios o mejoras para hacerle. Estos cambios deben poder realizarse con facilidad, si es posible sin necesidad de personal especializado. De esta manera, el agregar puntos de riego en el jardín o conectar al sistema algún electrodoméstico debería ser económico, fácil y rápido. La mayoría de los sistemas de domótica permiten esto y mucho más.

Control remoto: Es muy útil la posibilidad de poder conocer o modificar el estado de los diferentes subsistemas de la casa en forma remota. Dada la posibilidad de acceder al mismo vía internet, el usuario debe poder configurar su casa en forma remota. Las mismas posibilidades de supervisión y control disponibles localmente deberían obtenerse desde un ordenador personal o teléfono móvil, desde cualquier lugar del mundo.

Fiabilidad: Por supuesto, de nada nos sirve un sistema que pretenda controlar nuestro hogar y falle a cada momento. Como mínimo, debería estar disponible un sistema de alimentación ininterrumpida (UPS) que mantenga funcionando los subsistemas indispensables, como los relacionados con la seguridad (alarmas contra intrusos) o vitales (monitoreo de niños). La robustez general del sistema debe ser un elemento de peso al momento de decidirnos por uno u otro sistema de los disponibles en el mercado.

De hecho, prácticamente todo el mundo puede permitirse automatizar ciertos aspectos de su hogar, sobre todo si uno se propone este objetivo en el momento en que construye la vivienda, dado que se puede prever de antemano la posición de los conductos para cables, tuberías, etc.
Además, no solamente una vivienda familiar se beneficia de estos sistemas. Oficinas, hoteles, colegios, hospitales y prácticamente cualquier edificio pueden disfrutar de los servicios que proporciona la domótica. Un sistema demótico es flexible, versátil y adaptable a cualquier necesidad, a cualquier tipo de edificio y a cualquier actividad que en él se vaya a desarrollar, proporcionando un sinfín de beneficios y ventajas sobre las instalaciones tradicionales.
Son muchas las ventajas que proporciona la domótica, tales como comodidad, seguridad, confort, información y ahorro energético. Quizás se puedan resumir como un aumento de la calidad de vida.

“X10” es en realidad el nombre de un protocolo de comunicaciones utilizado para el control remoto de dispositivos eléctricos dentro del hogar. Utiliza la línea eléctrica (220V o 110V) para transmitir señales de control en formato digital entre los distintos equipos de automatización del hogar. Aunque parezca extraño, el protocolo X10 fue desarrollado en el año 1975 por una empresa de Escocia, llamada Pico Electronics, para permitir el control remoto de los dispositivos domésticos. Fue la primera tecnología domótica en aparecer y más de 30 años después sigue siendo la más difundida.
En esencia, las señales de control de un sistema X10 se basan en la transmisión de trenes de pulsos de radiofrecuencia a 120 Khz, representando información digital. Estos pulsos se sincronizan en el cruce por cero de la señal de red, cosa que a 50 Hz ocurre cada 20 milésimas de segundo. Primero se transmite una orden con el código del modulo que debe efectuar la acción, y a continuación el código de la acción propiamente dicha. Las señales de comando son emitidas desde el modulo de control principal. Por ejemplo, una orden puede contener el mensaje «lámpara #3», «encender», con lo que se encendería la lámpara conectada en el modulo numero 3, o bien se pueden dar ordenes generales, del tipo «lámpara #3, lámpara #5, lámpara #8», «apagar», con lo que se apagarían las lámparas mencionadas. El sistema soporta 6 instrucciones diferentes: Encender, Apagar, Todo encendido, Todo apagado, DIM y BRIGHT. Los dos últimos son utilizados básicamente para el control del brillo de lamparas.
Los dispositivos a controlar se enchufan en módulos X10 receptores. El protocolo X10 puede distinguir entre módulos de lámparas y módulos de dispositivos, que son aquellos que proporcionan energía a los dispositivos eléctricos y aceptan órdenes X-10. Son capaces de gestionar cargas grandes, como motores, calentadores, maquinas, etc., encendiéndolos y apagándolos.
Para controlar luces vía comandos X-10, se deben conectar las lámparas en un módulo de luz en la red y, a continuación, asignarle una dirección. De esta manera, cuando envíe la orden «A1 encendido» a través de los cables de la red eléctrica, la luz se encenderá. Los módulos de lámparas, al contrario que los módulos de dispositivos, no pueden soportar grandes.
La principal ventaja que nos ofrece X10 es su arquitectura abierta. Es posible que cualquier empresa, e incluso aficionados, construyan sus propios módulos de control o periféricos compatibles con X10, lo que ha permitido que los precios bajen, y que la oferta de módulos sea enorme. Además, no se necesita cableado de control, ya que los datos viajan por la misma línea eléctrica.

Instalar una central X10 y un puñado de dispositivos de control solo cuesta unos cientos de euros y puede cambiar radicalmente la experiencia de habitar una vivienda. El ahorro de energía eléctrica y en calefacción/refrigeración por deberían bastar por si solos para amortizar el sistema en poco tiempo.
Una empresa, superficies comerciales, edificios industriales, grandes almacenes, una oficina o un comercio, sean cuales sean sus dimensiones y sea cual sea su actividad, pueden incrementar el rendimiento de sus instalaciones con un sistema inteligente.
Quizás hace algún tiempo la simple idea de controlar nuestro hogar mediante una computadora sonaba a argumento de película de ciencia ficción, pero si pensamos que las bases de dichos sistemas se remonta a la década del 70, y que la microelectrónica ha permitido tener disponibles dispositivos sumamente confiables y pequeños por un puñado de euros, prácticamente no existen argumentos validos para no transformar nuestro hogar en uno mas parecido a la vivienda de Los Supersonicos que a una caverna. ¿Qué esperamos?

Escrito por Ariel Palazzesi

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