Un equipo de científicos japoneses ha logrado crear la primera estirpe de primates transgénicos que integra de modo perfecto un gen ajeno en su genoma. La modificación consiste en que los monos se ven fluorescentes cuando se les ilumina con una luz especial. Esta cualidad además, la han transmitido a su descendencia, cosa nunca antes lograda en primates. El simpático Callithrix jacchus (más conocido por tití) va a pasar a la historia de la biomedicina por ser el primer mono que acepta un gen de otro animal para incorporarlo a su propio genoma y que ha sido capaz de traspasarlo a su descendencia. Puede parecer extraño, pero han insertado un gen de medusa en estos pequeños primates para conseguir que reluzcan en un bonito color verde. Esa era la característica nueva que imprimía el gen introducido. Los investigadores querían demostrar la viabilidad del experimento de un modo rotundo y muy gráfico. Las raíces de pelo, la piel y la sangre se vuelven fosforitos cuando se les expone a luz ultravioleta. Erika Sasaki y Hideyuki Okano, de la Universidad de Medicina Keio en Japón, utilizaron un virus para transportar el gen de la proteína verde fluorescente en los embriones de los titis, que fueron implantados en una mona. Los científicos inseminaron 80 embriones con genes de la fluorescencia en medio centenar de titís que eran madres de alquiler y lograron 5 crías que tenían en su genoma el gen extraño. El éxito se produjo cuando sus nuevos titís alcanzaron la madurez sexual y mostraron que estaban incorporando el gen. La primera cría de estos monos ya transgénicos que expresa el gen en su piel ha supuesto el triunfo rotundo del experimento. Luego han nacido más que se encuentran perfectamente sanos. En el pasado, se habían conseguido crear unos primates transgénicos, unos macacos con el gen de la corea de Huntington, pero no se ha demostrado la herencia de ese gen en su descendencia. Con el nuevo experimento, los titís podrán ser analizados en profundidad pues la proteína brilla con una luz azul ultravioleta, lo que permite a los científicos iluminar células tumorales, rastrear toxinas y vigilar los genes cuando se activan y desactivan. La aparición de animales transgénicos supone un campo de investigación con unas enormes posibilidades. Gracias a ellos se pueden estudiar funciones y enfermedades humanas puesto que se convierten en modelos vivos que reaccionan con más similitud a las terapias propuestas. Hasta ahora, los ratones habían sido las cobayas estrella de los científicos, pero con estos titís modificados, se abren una tremenda oportunidad para obtener datos nuevos sobre las patologías del hombre. Hay que tener en cuenta que el genoma del primate se parece al humano en mucha mayor medida que el de rata. Existen dolencias, como las neurológicas, que resultan imposibles de reproducir con los roedores, por ejemplo. Además, los titís tienen muchas crías, alcanzan pronto la madurez sexual y son pequeños y manejables en el laboratorio. De todos modos, los primates más cercanos en la escala evolutiva, como los macacos o los babuinos, no podrán ser sustituidos por estos monitos verdes. Se necesita mucha proximidad genética para investigar enfermedades como el SIDA, la degeneración macular o la tuberculosis. Para ese tipo de patologías habrá que seguir investigando con nuestros parientes más cercanos. Seguramente este experimento será motivo de debate para la bioética y los defensores de los animales, pero Sasaki lo tiene claro: “Si podemos hacer estas investigaciones en roedores o in vitro, lo haremos, pero para muchas enfermedades como el Parkinson no existe un buen modelo animal. Hay que pensar en el coste-beneficio”.