¿Qué es peor, no ser solidarios o, además de no serlo, pasársela diciendo que sí lo somos? Una serie de estudios científicos puso en duda la vocación humanitaria de quienes supuestamente debieran ser todo lo contrario. ¡Nada puede librarse del escalpelo numérico! ¡Todo en esta nueva entrega de la sección con menos rigor científico de NeoTeo!
En el año 1971, la revista Psychological Reports publicó uno de los primeros estudios acerca de la relación entre la fe religiosa y la solidaridad. El experimento se basó en la idea de Milgram de dejar caer subrepticiamente cartas y medir la voluntad, entre quienes las encontraban, de llevarlas al correo para su despacho. El estudio fue llevado adelante por el psicólogo Gordon Forbes y sus colegas. En este caso, se seleccionaron tres grupos de iglesias: católicas, liberales y un tercer grupo identificado como las “iglesias más conservadoras” o “de más profundo arraigue religioso”, según el asesoramiento de los teólogos consultados por los científicos. Las cartas se dejaron caer en la puerta de los templos durante los servicios dominicales. Estas tenían un destinatario pero ningún sello de correo, por lo que, quienes decidieran despacharlas, podían comprar el sello o enviarlas a pagar al destino.
En todos los casos, aproximadamente el 40% de las cartas fueron enviadas. En el caso de las dos iglesias menos conservadoras, cerca del 90% de las personas compraron el sello de correo. En el caso de las iglesias conservadoras, el porcentaje de feligreses que compró los sellos fue solo del 42%. Bien vale citar a los autores del estudio:
“(…) podemos decir que la voluntad de ayudar a extraños es aproximadamente la misma en todos los casos, aunque los miembros de las iglesas conservadoras parecen tener mucho menos interés en gastar algunos centavos en ellos.“
Como curiosidad, podemos citar otro de los experimentos en este área fue realizado en los años ’80 por los productores del programa británico de investigación World in Action. La idea fue sencilla: se tomó del resultado de una encuesta los dos grupos de personas con mayor y menor credibilidad: sacerdotes y vendedores de coches usados. Luego, la producción del programa envió cartas a personas de ambos grupos, con un falso remitente, en nombre de una empresa inventada: en cada carta había un cheque de 10 libras esterlinas agradeciendo una (inexistente) compra. Ambos grupos mostraron ser igualmente (in)solidarios: cobraron el cheque en alrededor del 50% de los casos.
La paradoja de la parábola
Para el final, citemos el estudio tal vez más famoso, de los psicólogos Batson y Barley, titulado “De Jerusalén a Jericó”.
La Parábola del Buen Samaritano: ¿válido solo en la teoría?
La Biblia dice (Lucas 10:30-34):
“Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.“
Con esto en mente, los científicos reprodujeron la situación (obviamente, omitiendo la parte violenta): sin revelar su identidad, organizaron un seminario en el que le pidieron a un grupo de 67 estudiantes avanzados (del Seminario Teológico de la Universidad de Princeton) que prepararan una charla basada en el texto de la parábola. Después de recibirlos en un edificio, se les indicó que debían cruzar el campus para allegarse hasta otra área en donde expondrían su sermón.
En un lugar estratégico en medio del trayecto, un actor estaba tirado cerca de un portal, gimiendo, tosiendo y moviéndose de forma tal que era claro que necesitaba ayuda. El resultado: el 60% de los seminaristas no ofreció ningún tipo de ayuda. En un estudio posterior, cuando se les dijo a los estudiantes que debían llegar lo antes posible al otro edificio, este número ascendió al 90%. Algunos, incluso, literalmente saltaron por encima del actor, en su afán por llegar al otro edificio. Conclusión: ni la vocación religiosa, ni el agregado de estar a punto de dar una charla acerca de ayudar al prójimo parecieron hacer mucha mella en los sujetos de estudio.
Hasta aquí, un pequeño recorrido que no hace más que incrementar las dudas que solemos tener acerca de la verdadera naturaleza humana, y más cuando entramos en el pantanoso terreno de la fe religiosa.
¿Tú que piensas? ¿Tienes ejemplos que corroboren o invaliden los casos que citamos? ¡Esperamos tus comentarios!
¡Hasta el próximo TBONTB!