Las investigaciones apuntaban desde hace tiempo que una de las posibles causas de la obesidad viene desde la genética. Científicos alemanes han verificado las funciones del gen FTO y han descubierto que influye de manera determinante en el metabolismo y en cómo nos ponemos gordos aunque hagamos dietas. La desactivación de este gen en ratones ha provocado que se mantengan delgados a pesar de comer ingentes cantidades de alimento y de tener apenas alguna actividad física.
Todos tenemos un amigo que traga como un hipopótamo y sin embargo se mantiene delgado y fibroso cual guepardo de la selva africana. Este privilegiado se pone morado de carnes, de pasteles, de salchichones y permanece tan delgado como si viniera de un campo de concentración. Para colmo no pisa el gimnasio ni realiza actividad deportiva alguna. Posee una musculatura poderosa y los abdominales increíblemente marcados. Sin embargo, el resto de mortales nos tenemos que privar de mil cosas, pegarnos mil horas de gimnasio y probar mil remedios, todo para adelgazar 50 gramos en una semana, que se recuperan en cuanto dejas los esfuerzos un sólo día. Y es que para nosotros hasta pensar engorda. Lo que hace tan especiales a estos privilegiados se esconde en un gen llamado FTO, que ya fue identificado en 2007 casi por accidente en un estudio sobre el ADN en el que participaron 37.000 europeos. Entonces se calculó que los individuos que tienen una copia de una de las dos variantes clave de este gen cuentan aproximadamente con un 30% más de posibilidades de ser obesos y los que tienen las dos variantes tienen un 70% más de riesgo de sufrir ese trastorno.
Aquel estudio determinó que las personas con una variante de ese gen son más propensas a comer del plato (unas 100 calorías más por comida) pese a que deberían de haberse sentido saciados. Lo que se ha encontrado ahora apunta a que el gen no sólo interviene en la sensación de estar lleno sino que va mucho más allá, convirtiendo al FTO en el gen responsable del metabolismo, ese que nos hace estar delgados aunque comamos en un McDonald.
Las personas que poseen la variante “gorda” del gen, podrían ser incapaces de quemar calorías con la misma eficiencia que los que carecen de ella. Por el contrario, los que no cuentan con esta variante, parecen hacer un mejor uso de la energía, transformando la grasa rápidamente en un exceso de calor. Todo son ventajas. Encima de que te mantienes delgado y vistoso, las enfermedades asociadas con la obesidad no te atacan y encima tienes una “estufa” interior que te proporciona calorcito corporal en invierno. Los científicos llevan tiempo sospechando que este gen intervenía de algún modo en los problemas de sobrepeso y parecía que la relación se daba en el control de apetito pero ahora se ha visto que tiene más que ver con la regulación del metabolismo.
El doctor Ulrich Ruther de la Universidad de Dusseldorf en Alemania, demostró con experimentos en roedores que a los individuos que se les “desactivó” el gen FTO permanecían delgados a pesar de comer grandes cantidades de comida y mostrar poca actividad física. El trabajo, publicado en la revista Nature, sugiere que los ratones quemaban energía más rápidamente que los animales con un gen FTO funcional. En vista de los resultados, ahora se piensa que este gen podría limitar la cantidad de energía despedida en forma de calor. El experto en metabolismo Stephan O´Rahilly, de la Univesidad de Cambridge opina que vistos los resultados que arrojan los estudios de Ruther, queda claro ya que la variación genética del FTO está definitivamente asociada a la obesidad humana.
O´Rahilly comenta que “El trabajo de Ruther demuestra que si un ratón carece del gen FTO, permanece muy delgado porque quema espontáneamente enormes cantidades de energía. Esto es un poco desconcertante, ya que estudios recientes habían sugerido que la variante humana del gen FTO que incrementa el riesgo de obesidad, tenía efectos sobre el apetito y la ingesta de alimento, pero que no parecía afectar al ritmo de combustión energética”.
Es lo que tiene la ciencia, que es capaz de resolver aparentes contradicciones para finalmente tomar el camino verdadero. Gracias a estos últimos trabajos de los alemanes, podemos afirmar con cierta seguridad que se ha encontrado un gen realmente importante relacionado con la obesidad. Además, los principios de su funcionamiento permitirán diseñar uno de los fármacos más esperados de la historia: la pastilla adelgazante. Pero la de verdad. Esa que te la tomas y comienzas a quemar grasas sin darte ni cuenta, comiendo todo lo que quieras y sin moverte de la silla mientras lees Neoteo. Auguramos una subida de acciones meteórica al laboratorio que consiga llevar a la venta la primera molécula que consiga regular la actividad del gen FTO (deberian haberle llamado gen FAT y habrían hecho la gracia completa) y convertirnos a todos en gacelas sin dejar de comer ni tener que pasar por el gimnasio.