Lo más natural al momento de diseñar robots es incluir ruedas, patas u orugas para su desplazamiento, pero lo cierto es que existen otras alternativas. En el pasado hemos visto una esfera gigante, y diseños que directamente imitan a criaturas como pulpos y aves. Hoy nos encontramos con el robot-molusco saltarín de las universidades de Harvard y California San Diego, con secciones blandas y rígidas que le permiten saltar sin destruirse en el proceso.
Algunos robots deben ser diseñados para resistir entornos extremos. Derrames químicos, radiación, derrumbes, inundaciones, incendios, frío… la lista sigue. Sin embargo, hay una fuerza que merece nuestro respeto a cada momento, y es la gravedad. Algo tan sencillo como tropezar y caer de forma incorrecta podría dejar a un robot fuera de combate, ya sea por un daño interno, o por ser incapaz de restaurar su posición. Esto obliga a los ingenieros a considerar todas las posibilidades antes de «sentirse cómodos» con un diseño específico, y aún así, siempre puede surgir algo inesperado. ¿Cómo podría el robot recuperarse de una caída? ¿Cómo lograría evitar obstáculos que le impiden rodar o caminar?
Una respuesta a esas preguntas es saltar, pero esto a su vez plantea otro desafío, y es la resistencia del propio robot. Si no es lo suficientemente robusto y/o flexible, lo más probable es que después del salto estemos recogiendo sus pedazos. En este punto es cuando llegamos al trabajo de varios expertos en las universidades de Harvard y California San Diego. La estructura del robot fue impresa en 3D, y lo más impresionante es que realiza una transición de un núcleo rígido en su interior, a un exterior blando. Los ingenieros enfrentaron otro dilema: Una estructura más sólida hubiera permitido saltos más altos, pero como podemos apreciar en el vídeo, las pruebas no dieron buenos resultados. ¿Cómo es que el robot logra saltar sin dañarse? Básicamente, llenando su cámara blanda con gas butano, oxígeno, y una chispa. Bum.
Con su configuración actual, el robot logró elevarse unos nada despreciables 75 centímetros en el aire, mientras que su desplazamiento lateral fue de quince centímetros. En total, el robot logró saltar más de cien veces, y resistir caídas de 1.2 metros en 35 ocasiones. Aunque el robot no aparenta tener aplicaciones inmediatas, seguramente lo aprendido aquí ayudará en el desarrollo de robots futuros, con mayores capacidades de desplazamiento.