La idea de mezclar agua y componentes electrónicos es un poco preocupante, pero ya conocemos casos de convivencia específicos como el de la refrigeración líquida. Aún así, lo que tenemos hoy aquí es muy diferente. En la Universidad de Stanford, un grupo de profesores y estudiantes creó un ordenador basado en el concepto de mover pequeñas gotas de agua, desarrollo que no busca competir con los ordenadores tradicionales, sino manipular materia con precisión.
He visto toda clase de dispositivos aniquilados por la humedad. Nunca falta el llamado desesperado que describe la «decisión» de un smartphone en seguir la carrera de buceo, o el teclado que pidió el retiro anticipado por culpa de una taza de té desafiando la gravedad. En otras palabras, tenemos muy buenas razones para mantener alejados a nuestros artefactos electrónicos del agua, pero existen algunas excepciones. Los sistemas de refrigeración líquida son bien conocidos entre los entusiastas del hardware, e incluso nos cruzamos con sistemas bañados en fluidos como el aceite. Sin embargo, este nuevo desarrollo de la Universidad de Stanford no utiliza agua para destruir o refrigerar electrónica, sino para convertirla en parte de su lógica.
En teoría, este ordenador de gotas de agua puede realizar cualquier operación del mismo modo que un sistema convencional, siempre y cuando dejemos a un lado el detalle de la velocidad. El profesor Manu Prakash explica que el objetivo del proyecto no es competir con ordenadores típicos, ya que hacen un excelente trabajo procesando información. El plan es controlar y manipular lo que Prakash describe como «materia física» (imagino que habla de cosas más grandes que un electrón, o de lo contrario sería una redundancia), y brinda como ejemplo a una plataforma que no sólo sería capaz de procesar datos, sino también de manipular materia en forma algorítmica. La clave para este desarrollo es un campo magnético rotatorio, básicamente un «reloj magnético», combinado con una serie de pequeñas barras de hierro. Cada una de las gotas de agua inyectadas posee pequeñas partículas magnéticas, generando así un comportamiento similar al de un ferrofluido. Cuando el campo magnético se invierte, sucede lo mismo con la polaridad de las barras, permitiendo alterar a voluntad la dirección de las gotas. La presencia y ausencia de una gota es interpretada como 1 y 0, y el reloj magnético asegura el movimiento correcto de cada una con absoluta sincronización.
En la universidad aseguran que el sistema podría ser reproducido a una escala mucho menor. El campo magnético tiene la capacidad de controlar millones de gotas al mismo tiempo, lo que se traduce en una mayor cantidad de operaciones por segundo. En cuanto a aplicaciones directas se refiere, el profesor Prakash cree que sería posible utilizar a cada una de las gotas como «tubos de ensayo en miniatura», cargadas con químicos para llevar a cabo reacciones mucho más precisas. La mejor parte es que el equipo anunció la intención de abrir sus diseños al público, por lo tanto, cualquier interesado podrá dar forma a sus propios circuitos.