El dióxido de carbono (CO2) es uno de los gases responsables del calentamiento global. El aumento de la cantidad de este gas en la atmósfera, provocado en buena parte por la actividad humana, hace que nos cocinemos a fuego lento. Algunas bacterias pueden transformar de forma natural el CO2 en gas metano, pero se trata de un proceso lento, que demora millones de años. Pero un grupo de científicos japoneses están pensando en acelerarlo como una forma de contrarrestar el calentamiento global y -de paso- producir gas natural. ¿Podrán lograrlo?
El dióxido de carbono es un gas incoloro, denso y poco reactivo. Forma parte de la composición de la capa de la atmósfera más próxima a la Tierra -la troposfera- en una proporción de 350 ppm. (partes por millón). Su ciclo en la naturaleza está vinculado al del oxígeno, y su balance es sumamente complejo, ya que existen interacciones entre la reserva atmosférica de este gas, las plantas que lo consumen en el proceso de fotosíntesis y las cantidades de CO2 que se transfieren desde la troposfera a los océanos. El aumento del contenido de dióxido de carbono en la atmósfera es un componente muy importante del cambio climático global, y posiblemente sea el mejor documentado. Sabemos que desde mediados del siglo XIX hasta hoy, el aumento de su concentración ha sido de al menos 80 ppm. Se estima que este aumento tiene origen en múltiples factores, entre los que se destaca el uso de combustibles fósiles y la quema de grandes extensiones de terreno con fines agrícolas. Si encontrásemos la manera de evitar que la concentración de este gas continúe aumentando, seríamos capaces de librarnos en gran medida los cambios climáticos que ya se están produciendo.
Los científicos saben que algunas bacterias transforman el dióxido de carbono en gas metano de forma natural. Esto se produce mediante un proceso muy lento, que demora miles de millones de años en ser apreciable. Pero un equipo de especialistas e ingenieros japoneses, pertenecientes a la Japan Agency for Marine-Earth Science and Technology (Agencia Japonesa de Ciencias Marinas y Tecnológicas), quieren modificar estas bacterias para que puedan hacer su trabajo en un tiempo mucho menor. El objetivo final es contrarrestar el calentamiento global y producir -como subproducto- metano, el tan necesario gas natural. Fumio Inagaki, el científico encargado del proyecto, ha explicado que planean desarrollar un método para acelerar la transformación que efectúan estas bacterias. La idea central de la agencia japonesa es producir gas metano a partir del dióxido de carbono que se encuentra enterrado a más de 2.000 metros bajo el lecho del mar, cerca del extremo norte de la principal isla de Japón. Si los plazos previstos por su equipo son correctos, estarían en condiciones de comenzar a producir gas metano dentro de cinco años.
En realidad, muchos países han construido plantas de “secuestro masivo de dióxido de carbono” que permiten almacenar el CO2 bajo tierra, como parte de un esfuerzo mundial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Otros investigadores han experimentado con árboles sintéticos que pueden absorber el carbono, incluso mejor y más rápido que la propia naturaleza. Pero la idea de Inagaki permitiría aprovechar el CO2 –convenientemente convertido en metano por las bacterias– en combustible útil. A partir de las burbujas de gas retenidas en muestras de hielo obtenidas a distintas profundidades en Antártida y Groenlandia, se ha comprobado que el actual incremento de la concentración de dióxido de carbono se ha acelerado durante los últimos 160 años e indudablemente se debe a la actividad industrial humana. Si los japoneses pueden finalmente conseguir hacer funcionar este proyecto, obtendrán una gran ventaja ambiental y económica.