Tenía que pasar. Tarde o temprano alguien se iba a dar cuenta que el número de idiotas sedientos de sangre dispuestos a sacrificarse en un campo de batalla, en pos de alguna causa de dudosa legitimidad, comenzaría a disminuir peligrosamente. Para solucionar este desgraciado inconveniente, DARPA trabaja en la creación de un sistema que permite implantar las “ideas adecuadas” en el cerebro de los reclutas, al mejor estilo “Total Recall”.
Al leer algunas noticias de las que publica DARPA, el “brazo loco” del gobierno de los Estados Unidos, uno no sabe si reírse o llorar. Ahora parece que para evitar largos períodos de entrenamiento, durante los cuales incluso algunos reclutas se dan cuenta que la guerra no es -al fin y al cabo- algo tan divertido como jugar al Counter Strike y deciden volver a sus casas, van a intentar implantar esas patrióticas ideas y técnicas de combate directamente en sus cerebros. Si todo sale bien, podrán “fabricar” soldados como si fuesen chorizos.
En realidad, esta carrera en post de lograr un mecanismo que logre controlar la mente de las personas en general (y de los soldados en particular) comenzó hace bastante tiempo. Se sabe que el año pasado, los investigadores del Pentágono habían puesto en marcha un programa destinado a reproducir el cerebro de un gato. En abril de este año subieron la apuesta y DARPA pidió a sus contratistas que mejor trabajasen utilizando el modelo de la mente de un mono. Por supuesto, el fin público de este programa es “comprender mejor las consecuencias de los daños cerebrales y encontrar formas de tratarlos”. Sin embargo, estando DARPA detrás del proyecto, uno puede imaginar muchos usos no precisamente pacíficos para un cerebro artificial como ese.
El siguiente paso, para cuya concresión la agencia ha comenzado a buscar ideas, es crear un dispositivo que sea capaz de grabar en discos duros y recuperar recuerdos y experiencias de sus soldados. DARPA busca tener a mano un sistema que sea capaz de leer las ondas cerebrales de una persona, interpretarlas como recuerdos, grabar eso en un disco duro y luego realizar el proceso inverso para “implantar” esos recuerdos en la mente de otra persona. Esta “sincronización” permitiría tomar los conocimientos de un veterano de guerra y reproducirlo en toda una nueva camada de aprendices de Rambo.
Por supuesto, esto no es algo que se pueda lograr de un día para otro. De hecho, y a pesar de que rápidamente expuesto pueda parecer algo no demasiado complejo, estamos a décadas de distancia de tener algo así. Sin embargo, DARPA no se quedará de brazos cruzados 20 o 30 años mientras que sus contratistas construyen la codiciada máquina de transferencia de recuerdos. Dado que el creciente desarrollo de los sistemas de información aplicados a la guerra requieren que los reclutas interpreten cada día una mayor cantidad de datos, los conocimientos derivados de la creación de la mente de mono artificial se aprovecharán también para optimizar los procesos neurocognitivos que subyacen detrás de la incorporación de recuerdos a la memoria. En lugar de pasar a tu mente los datos de otro tío, te ayudaran a que aprendas cosas tu solito.
Se sabe que durante la formación de la memoria y los recuerdos de largo plazo, se producen determinadas interacciones entre las diferentes formas y frecuencias de ondas cerebrales. Las ondas Gamma, por ejemplo, parecen facilitar la creación de nuevos recuerdos en la memoria; mientras que las ondas Theta intervienen en la transformación de los recuerdos de corto plazo en otros de largo plazo. DARPA tiene sueños húmedos en los que posee un pequeño sistema portátil capaz de presentar datos a la vez que sincroniza tus ondas cerebrales Gamma y Theta. Un cacharro como ese ayudaría a los soldados a retener grandes cantidades de información en situaciones de alto estrés, durante períodos más largos de tiempo. El objetivo, dicen en DARPA, es “aumentar la cantidad de información fiable que puede recordarse tras un determinado período de sesiones de aprendizaje luego de transcurridos días, semanas o meses después de la exposición."
Suena genial. Pero la población civil debería poder aprovechar también esta tecnología. Imagina un aula donde, a medida que se expone la clase del día, un dispositivo como ese te vuelve especialmente receptivo. Quizás podríamos lograr que las carreras profesionales durasen solo la tercera o cuarta parte de lo que duran hoy día, o que personas con trastornos de la atención puedan, finalmente, superar sus problemas. Mientras tanto, en algún laboratorio dependiente de DARPA, un pequeño ejército de científicos dotados del mejor presupuesto del mundo, siguen buscando la forma más eficiente de formar nuevos soldados.