Seguramente alguna vez te ha pasado que tu teclado está mal configurado y debes empezar a probar teclas hasta dar con la que tiene el acento. ¿Te has preguntado qué efecto puede tener esto sobre tu rendimiento? Aquí esbozaremos una teoría que quizá sirva incluso para justificar nuestras siestas a escondidas en el trabajo.
Tal vez, después de estar escribiendo un rato largo en el ordenador sin mirar la pantalla, nos damos cuenta de que la “ñ” es en realidad un punto y coma, que los acentos son corchetes o que el paréntesis es un asterisco. Al usar un teclado físico, puede pasar que lo que interpreta el sistema operativo no sea exactamente lo que queremos, ya que el idioma, o tal vez el mapping del teclado están mal configurados.
Claro que la importancia de la cuestión depende también de qué es lo que estamos escribiendo: si estamos enviando un mensaje a un amigo, puede ser que no nos interese demasiado que el texto tenga errores. Pero si estamos escribiendo un texto importante o nuestro trabajo consiste en redacción, corrección o traducción de textos, esto se torna crítico. Pero es fácil de resolver.
Ahora bien, aun resuelto esto, todavía nos queda la cuestión acerca de la cantidad de teclas que hay que pulsar para escribir un texto. Sabemos que las teclas necesarias para expresarnos en español son más que para el inglés. No solo porque el largo de las palabras y el de las oraciones suele ser, en promedio, alrededor de un 8% mayor, sino porque, además, en varios casos es necesario pulsar dos teclas para escribir un solo carácter, como la á, é, í, ó, ú, ü. No parece haber solución para esto.
Un rápido análisis (en un texto de una traducción al español de 6 millones de caracteres) nos da este promedio de aparición de acentos y diéresis:
Esto nos da cerca de un 3% de símbolos en los que es necesario tipear dos veces para que aparezcan en pantalla. Si a esto le sumamos, como decíamos, que los textos en español son alrededor de un 8% más largos que en el inglés, alcanzamos la friolera de casi un 11%. Palabra más, palabra menos, sería equivalente a decir que cualquier cosa que escribamos en español nos va a llevar un once por ciento más de tiempo que su equivalente en inglés.
Si nuestra preocupación es la productividad, estos son números que tal vez no nos convenga dejar de lado. Eso, siempre y cuando no tengamos en cuenta también los momentos que perdemos dudando para dilucidar si una palabra va con tilde o no. Pero eso ya es un tema para otro artículo.