Si dejamos a un lado el impacto de un asteroide, los ataques extraterrestres y la (inevitable) invasión zombie, ¿cuál es el evento que más puede perjudicar a una ciudad o un pueblo? Aunque parezca mentira, la interrupción del servicio eléctrico a largo plazo aparece muy alto en la lista. Un corte a gran escala no sólo afecta a los residentes de una región, sino a todos sus recursos asociados, desde la distribución de agua segura y las telecomunicaciones más básicas, hasta el procesamiento y la depuración de aguas residuales.
Algunas regiones del globo deben prepararse para enfrentar temporadas extremadamente frías, mientras que otras ya sufren temperaturas 30-plus aún durante la primavera, cuando deberían disfrutar de climas más templados. Eso significa una cosa: El consumo de energía eléctrica se dispara, la infraestructura disponible no soporta la presión… y llegan los cortes. Como alguien que ha sufrido apagones por cinco días (o más), el impacto que genera la falta de energía eléctrica es gigantesco.
Ahora, si es tan traumático para una persona, ¿qué sucede a la escala de un pueblo, una ciudad, un estado entero? El vídeo publicado por Practical Engineering explora en su introducción la crisis energética que sufrió Texas en febrero de 2021. Dos semanas y tres días, entre 246 y 702 muertos, 195 mil millones de dólares en daños, y lo más perturbador: Pudo haber sido peor.
Las consecuencias de un colapso eléctrico
Las redes eléctricas están diseñadas bajo parámetros de redundancia y conexiones alternativas. De este modo es posible limitar el alcance de una falla técnica, pero se trata de una espada de doble filo, porque todo está interconectado. Si algo sale muy mal, nadie escapa a la interrupción, cosa que ya hemos visto en casos como el antes mencionado apagón de Texas, o el súper-apagón que afectó a Argentina, Paraguay y Uruguay en 2019.
El vídeo presenta dos perspectivas: La de un individuo que despierta y descubre la falta de electricidad, y la de diferentes servicios que dependen de ella, como las telecomunicaciones (con un amplio uso de baterías y generadores de emergencia), la distribución de agua segura (que garantiza la presión del líquido combinando generadores y almacenamiento elevado), y el tratamiento de aguas residuales. Todos estos sistemas consumen una gran cantidad de energía, y sus respaldos no fueron diseñados para una interrupción prolongada.
El vídeo sugiere que las primeras 48 horas de un corte son relativamente tolerables para una persona, pero todo eso cambia después de una semana. La falta de combustible y de víveres se vuelve grave, pagar con medios electrónicos resulta imposible, y sólo los servicios de alta prioridad como la salud pública poseen backups funcionales. Practical Engineering agrega un detalle muy interesante: La falta de energía se «alimenta» a sí misma. Desde el simple hecho de ir al trabajo (o intentarlo) hasta el uso de sistemas SCADA (Supervisory Control And Data Acquisition), todo necesita gasolina, gasóleo (diésel), gas, electricidad, agua, o una combinación de esos recursos… que no están disponibles por la falta inicial de energía.
(Una nota joven de nuestros archivos, publicada originalmente en diciembre de 2022, con algunas correcciones. Más que apropiada, considerando los cortes de electricidad y las inundaciones que hemos tenido por aquí en los últimos días…)