En la Fundación, la muerte no es lo peor que puede pasarte. Lo he dicho varias veces… pero la naturaleza de este lugar me obliga a repetirlo una y otra vez. Uno de los inconvenientes es que no la entendemos realmente. Muchos creen en un pasaje, un desplazamiento o una transformación… formas muy «humanas» de interpretar las cosas, ¿no lo crees? Los eventos y las criaturas que hemos conocido demandan que escapemos a eso. La muerte podría ser una herramienta, una moneda, el medio para alcanzar un fin, o algo que puede ser concedido y retirado a voluntad…
Toma, una copia del archivo. Un poco vieja pero válida aún. La situación no ha cambiado demasiado… y así es como lo quiere la Fundación de vez en cuando. El perímetro sigue allí, tan electrificado y lleno de alambre de púas como siempre. Apenas una entrada del lado sur, con elementos de seguridad cada 1.500 metros alrededor de la reja. Cuatro kilómetros cuadrados en los que nadie debe entrar. Sé que suena extraño, pero la Fundación no está tan preocupada en la contención, sino en la posibilidad de que alguien muy borracho y muy estúpido termine allí dentro de casualidad.
Durante años han tratado de asignar una descripción más formal a SCP-792, pero al final del día… es una granja. Una granja de cadáveres. Ni vacas, ni cerdos, ni soja, ni maíz. Cuerpos que empiezan a salir de la tierra y pudrirse tal y como lo imaginas. El «rendimiento» de la granja suele variar mucho. La Fundación encontró no más de cuarenta cadáveres en una ocasión, mientras que en otra temporada contabilizaron más de cuatro mil. Las instancias alcanzan a todas las razas y edades, con cierta tendencia en favor de caucásicos e hispanos de edad avanzada. Y todos están desnudos. No hay rastros de ropa, ni de rituales previos.
¿Te preguntas cómo «crecen»? La cabeza es lo que sale primero. Los intervalos parecen al azar, pero en promedio aparecen diez nuevos cadáveres por día. El proceso completo no toma más de dos semanas. Y una vez que llegan a la superficie, comienzan su descomposición. La Fundación decidió… arrancar uno de los cuerpos antes de tiempo. La parte que aún seguía enterrada era una masa enorme de estructuras muy similares a raíces, con una diferencia: Estaban hechas de músculo humano. Todos los cuerpos han recibido la designación SCP-792-1, pero la historia no termina allí.
En el centro de la granja hay un estanque. Una vez al año, entre el 2 de septiembre y el 31 de octubre, los «recolectores» surgen de allí, SCP-792-2. Siempre entre 90 y 130 de ellos, vestidos con algo equivalente a trajes Hazmat blancos de nivel A. Sus visores están cubiertos, o sea que no existe ningún registro sobre sus rostros. Todo lo que sabemos es que se mueven y trabajan como humanos, son inteligentes, y se comunican sin dificultad. La «cosecha» suele tardar unos dos días. Todas las instancias de SCP-792-1 a las que consideran desarrolladas son llevadas al estanque, donde desaparecen. En cuanto al resto, más o menos el 13 por ciento de los cuerpos, son apilados e incinerados.
Estos… granjeros han demostrado ser muy pacíficos, y siempre cooperaron con los investigadores de la Fundación, pero es evidente que su actividad posee un factor crítico de tiempo. Si se los demora demasiado o alguien trata de retirarlos del lugar, comienzan a demostrar síntomas de ansiedad por regresar a su trabajo. En el ’97 hubo un… incidente con uno de ellos. Un SCP-792-2 se acercó al personal y pidió hablar con el encargado de la contención. Su reclamo fue directo: La investigación de la Fundación estaba afectando su trabajo. Al solicitar más explicaciones, este recolector indicó que la cosecha era un deber, y que el cultivo no debe ser perturbado. También dijo… ah, allí, en la parte de abajo:
«Los que se dirigen a Isaad necesitan guías. Nosotros juzgamos quién es digno y quién no. Los dignos son llevados a Isaad. Destruimos a los que no lo son.»
Lógicamente, el investigador preguntó que sucedería si la Fundación continuaba de todos modos. Su respuesta… no se olvida con facilidad:
«La muerte no es un derecho. Es un don que podemos negar.»
Este SCP-792-2 luego acusó a la Fundación de amenazar a aquellos que serían bienvenidos en Isaad, y que nuestros esfuerzos «les impiden descansar». Aún no sabemos qué o quién es Isaad, Todas las peticiones para suspender las actividades en SCP-792 fueron denegadas. Está claro que la Fundación no va a bajar los brazos por más que un granjero se los pida, pero algo me dice que todo podría terminar mal. Si para estos seres la muerte es un don que pueden negar… no quiero imaginar la alternativa.