¿Te gusta el teatro? En lo personal no es algo que disfrute demasiado. Pasar tanto tiempo sentado, escuchar las mismas historias… y no olvidemos la carnicería. Oh sí, ciertas obras pueden ser letales, y la Fundación lo sabe bien. Esos antiguos guiones cargan con un elemento nefasto. Maldiciones, demonios ocultos… o simplemente una llave que abre la puerta a nuestros impulsos más oscuros. Pasan los años, cambian su título o reciben modificaciones, pero la muerte los acompaña igual. La Fundación enfrenta una batalla perdida para destruir las copias de esas historias. ¿Te gustaría conocer una? Muy bien… comencemos con un rey muerto.
«Oh pobre Sforza, rey de Trínculo. Condenado sea su hermano Gonzalo, asesino y usurpador, que colgó al rey Sforza del cuello como una marioneta. Desprecio infinito para la reina Isabella, quien conspiró contra Sforza y tomó como esposo a Gonzalo mientras el cuerpo del rey aún estaba caliente»… y ya veo en tu cara. Si crees que «La Tragedia del Rey Ahorcado» es un robo de «Hamlet», honestamente no puedo culparte, pero en algunos espacios era favorecida por su naturaleza menos violenta, y la facilidad con la que sus pasajes podían ser censurados o reescritos. Pureza moral y esas cosas.
Si el único problema fuera el plagiarismo, admito que estaríamos celebrando del alivio. Pero este rey ahorcado es responsable por la muerte de decenas de miles de personas en los últimos 300 años. Si alguien trata de representar a la obra, es posible que el proceso termine con una explosión de asesinatos, suicidios, y brotes de psicopatía violenta, especialmente entre los actores y la audiencia. Digo «posible» porque el porcentaje no es perfecto: La Fundación calcula que los eventos anómalos fueron inferiores al 37 por ciento, pero una vez que suceden, es una masacre. Como si eso fuera poco… también está él.
Si la obra es SCP-701, entonces él es SCP-701-1. No sabemos quién o qué es, pero su influencia sobre el desarrollo de la obra y las muertes al final es innegable. Verás, los inconvenientes con SCP-701 empiezan una o dos semanas antes de la obra. En pleno ensayo, los actores se desvían del guión, pero no son improvisaciones, sino que repiten las líneas con firmeza, como si se tratara de una versión paralela. Nadie parece darse cuenta de los cambios, ni siquiera el equipo de producción.
Es evidente que SCP-701-1 quiere una buena audiencia. Sus apariciones suelen ser más frecuentes en la noche de apertura, o en las funciones con mayor cantidad de público. El patrón es similar en cada ocasión: SCP-701-1 se muestra al final del primer acto. Los actores lo ignoran, pero a medida que los cambios en los diálogos y las desviaciones avanzan, su interacción es más profunda. Al final del cuarto acto, el personaje de Antonio (hijo y heredero legítimo de Sforza) busca una daga, pero es SCP-701-1 quien se la entrega.
El quinto acto es cuando todos finalmente perciben a SCP-701-1. Una soga cae del techo, Gonzalo es capturado por el resto del elenco, le colocan la soga a la fuerza, y es ahorcado delante del público. Antonio corta el estómago de Gonzalo, declarando que «el tributo ha sido pagado» mientras los intestinos se esparcen por el escenario. La joven Alinda, futura esposa y reina de Antonio, toma la daga de las manos de su amado, y le corta el cuello. Más sogas caen del techo, una para cada miembro. Alinda declara que «su sangre es del Rey Ahorcado», y todos se suicidan.
Ahí es cuando el caos se traslada al público. Peleas, ataques, asesinatos a mano limpia. Todo con SCP-701-1 observando desde el centro del escenario, rodeado de cuerpos y entrañas humanas. Aquellos que logran sobrevivir y escapar del teatro, no hacen más que continuar con la violencia en el exterior. La forma más efectiva de controlar a las víctimas ha sido con sedantes. En muchos casos, su personalidad normal regresa a las 24 horas, con claros signos de haber vivido un trauma severo. Otros no tuvieron tanta suerte, y quedaron en un estado de psicosis constante… o en coma.
La primera publicación de «La Tragedia del Rey Ahorcado» se remonta a 1640. No me preguntes cómo, pero la Fundación se las arregló para tomar el control de las dos únicas copias existentes de esa versión original. Su autor es desconocido, y el primer editor, un tal William Cooke, desapareció como si se lo hubiera tragado la tierra.
Y aún quedan copias allá afuera. Muchas. No podemos rastrearlas a todas. La Fundación apenas logró neutralizar una obra en una universidad, y una adaptación para TV que podría haber terminado en una catástrofe. Fotocopias, discos floppy perdidos en armarios con versiones digitales, cintas en VHS… el material que posee la Fundación está guardado bajo seguridad triple en un sitio clasificado. El resto está ahí… esperando. Tal vez el próximo rey ahorcado seas tú.