¿Te gusta ir a las ferias? Ya sabes: Montañas rusas, casas embrujadas que dan risa en vez de miedo, golosinas con demasiado azúcar y juegos que siempre hacen trampa. En una época también instalaban esas máquinas que tratan de ver el futuro, leer la mente o adivinar tu suerte. El problema es que a veces son más que simples máquinas, y si tenemos que hablar de sus intenciones, bueno… digamos que ha muerto gente. La Fundación tiene en su poder a una de ellas, y más allá de su sencilla contención, aún provoca escalofríos: Asesinó a cada uno de sus blancos, sin excepciones.
La máquina está guardada en el contenedor 51164 del Sitio 66. No es común que la Fundación revele detalles exactos sobre su ubicación, pero imagino que el plan es no perderla de vista nunca. Las únicas precauciones adicionales son que mire en la dirección contraria a la puerta, y que esté cubierta con una sábana gruesa a todo momento. NADIE debe entrar en línea de contacto visual con esa cosa, o puede darse por muerto. ¿La imagen del archivo? No te preocupes, es segura:
SCP-517. No parece mucho, ¿verdad? Una abuelita que hace predicciones. El modelo tampoco es tan raro, y cuando la abrieron encontraron una configuración similar a la de otras máquinas. Ahora, lo cierto es que alguien trató de interrumpir su energía en el pasado, y lo hizo a las apuradas. Sólo queda un trozo de cable de 15 centímetros saliendo de su base, pero eso no fue suficiente. La abuelita se enciende sola aún sin electricidad, aunque ha ignorado todo intento de activarla con una moneda.
Una vez que escoge a su víctima, SCP-517 la sigue con su mirada, y le entrega una tarjeta de la fortuna. Esto es algo mecánico, y los genios aquí no creen que la abuelita esté consciente. Las fortunas son… extrañas. Casi siempre tienen referencias al comportamiento del sujeto en el pasado, especialmente si fue malo. Sea cual sea la estrategia, funciona. Todos los que reciben la tarjeta quedan perturbados, pero la historia no termina allí. Lamentablemente.
De un modo u otro, el objetivo de SCP-517 será atacado cuando el reloj marque 01:43 de la mañana por una serie de entidades que se asemejan a brazos, surgiendo de un mismo lugar. Y son muchos, más de tres docenas en el peor de los casos. Los brazos se extienden de manera indefinida, y si la «presa» es más ágil de lo normal (todos terminan corriendo al final) se suman brazos nuevos. Una vez que atrapan a su blanco: Lo arrastran a un lugar oscuro y aislado (piensa en sótanos, armarios, e incluso bajo una cama) para golpearlo salvajemente hasta el amanecer. La paliza es tan brutal que lo convierten en pulpa.
La última vez que la Fundación trató de interferir con la cacería de SCP-517 fue en agosto del ’97. No terminó bien. Cinco agentes y el objetivo original quedaron reducidos a un puré de sangre y carne, después de haber batallado durante horas contra cientos de brazos. Balas, fuego, explosivos, nada sirvió. Todo aquel que intente interrumpir a SCP-517 se vuelve «parte del paquete», por así decirlo. La Fundación también confirmó qué sucede si SCP-517 se activa dos veces el mismo día. Un par de clase D en el nombre de la ciencia… no quedó mucho de ellos. SCP-517 simplemente duplicó sus esfuerzos.
Y allí está. 17 años desde la última serie de pruebas. Honestamente, ¿para qué continuar? SCP-517 asesinó y transformó en paté a cada pobre alma que eligió. ¿Justicia? ¿Venganza? Nadie está seguro, pero el punto es que la abuelita sabe cosas… y no tiene piedad.
