Las actuales memorias flash han demostrado una utilidad sorprendente, y su popularidad ha hecho que se encuentren disponibles a costos cada vez más bajos, salvo por la tecnología de discos de estado sólido, que aún sufre de valores elevados. Mientras tanto, un grupo de investigadores de la Universidad de Tokio ha logrado desarrollar un tipo de memoria flash utilizando componentes orgánicos. El diseño no es más que un prototipo, y posee algunas limitaciones que han sido ampliamente superadas por las memorias flash convencionales, pero esta nueva tecnología también tiene sus beneficios, como una necesidad de voltaje relativamente baja, y el potencial para ser aplicada a proyectos muy interesantes, como por ejemplo el papel electrónico.
Hoy en día, una memoria del tipo SD con una capacidad de 4 GB cuesta unos 14 € en promedio, según el lugar donde se compre y el modelo de la memoria. Las hay con mayor capacidad y con diferentes medidas de velocidad, pero aún así este tipo de memorias, y todas las memorias flash en general, han alcanzado un estatus de "baratas". La única excepción a la regla hasta el momento son los discos de estado sólido, aunque si bien algunos modelos han bajado mucho de precio, lamentablemente siguen estando fuera del alcance de muchos. Sería algo extraño que algún usuario no cuente con alguna forma de memoria flash en estos días, ya sea como un pendrive USB, un reproductor de mp3, o las tarjetas de memoria disponibles en móviles y cámaras de fotos. Sin embargo, el que se haya convertido en una tecnología confiable no quiere decir que no se siga trabajando en su desarrollo. En esta ocasión, un grupo de investigadores de la Universidad de Tokio (la famosa "Todai" para los seguidores del manga y el anime), han presentado un prototipo de memoria flash creada utilizando materiales orgánicos.
Los voltajes requeridos por esta memoria se ubican en 6 V para operaciones de borrado, y 1 V para operaciones de lectura. El diseño actual posee algunas limitaciones, como el hecho de que puede ser escrita y borrada un poco más de mil veces, un promedio superado por las memorias flash actuales. Otro detalle a tener en cuenta es que su período de retención de datos es muy corto. De momento, la memoria tiene una retención de un día, un tiempo demasiado corto como para llevar a la práctica cualquier aplicación posible. Sin embargo, se especula que el tiempo de retención pueda ser extendido de forma considerable, habilitando posibilidades de uso bajo conceptos como sensores de superficie amplia, e incluso hasta papel electrónico. Este último parece ser el más interesante, ya que la memoria ha demostrado un nivel de flexibilidad más que interesante. El compuesto orgánico utilizado es el pentaceno, que se forma a partir de anillos de benceno, conocido hidrocarburo.
Obviamente, esta memoria orgánica se enfrenta a grandes desafíos como su capacidad de reescritura y su tiempo de retención. El segundo caso podría resolverse si se reduce el tamaño del elemento y se utiliza una monocapa más larga como aislante. Existe la posibilidad de que esto no vaya más allá de un simple concepto, pero sería algo sorprendente que en el futuro existieran memorias que posean el aspecto de una hoja de papel. De momento, tendremos que seguir con las memorias flash convencionales, intercambiando tarjetas y pendrives, sin mencionar a sus lentas velocidades de lectura y escritura.