Científicos nipones inyectaron células madre embrionarias en ratones diseñados genéticamente para que nacieran sin riñones, provocando que (al reproducirse estas células tan especiales) generasen los órganos ausentes. Se trata de un éxito sin precedentes, ya que los órganos funcionaron correctamente y no desarrollaron ningún tipo de cáncer.
Todos hemos oído mencionar las maravillas de las que son capaces las células madre, y sobre las plagas que caerán sobre la humanidad si osamos experimentar con ellas. Sin embargo, y a pesar de algunos dientes o corazones reparados mediante terapias derivadas de su cultivo, pocos son los avances concretos destinados a proveernos de partes de reemplazo plenamente funcionales. Pero las esperanzas de contar con un suministro inagotable de órganos de recambio han renacido hace pocas horas, cuando los científicos de la Universidad de Tokio anunciaron que han conseguido generar riñones y páncreas en ratones -previamente modificados para que naciesen sin ellos- mediante un tratamiento efectuado con células madre embrionarias.
Las células madre utilizadas provenían de ratones corrientes, y fueron inyectadas en óvulos fecundados de animales diseñados genéticamente para que crecieran sin riñones ni páncreas. Gracias a la reproducción de estas células, el ratoncito nació con los órganos perfectamente desarrollados y en el lugar correcto. Las venas, asterias y nervios involucrados en estos órganos procedían, sin embargo, del ratón original.
Un dato muy importante es que los órganos funcionaron correctamente, sin desarrollar ningún tipo de cáncer, algo que con mucha frecuencia ocurre en los experimentos que involucran la investigación regenerativa con células madre embrionarias. El profesor Hiromitsu Nakauchi, quien dirigió equipo que consiguió este logro, al ser consultado sobre si este tipo de técnica podría tener alguna clase de aplicación en humanos, dijo que “hemos dado un paso adelante, aunque ahora debemos garantizar su seguridad”.
La creación de órganos nuevos podría ser la panacea a la hora de conseguir reemplazos para aquellos pacientes que lo necesiten, aunque como es obvio, no puede aplicarse en demasiados casos si la técnica implica detectar y tratar el problema con tan pocas horas de iniciada la gestación. Está claro que así como se ha desarrollado la experiencia no sirve para aquellos pacientes adultos que por algún motivo pierden la funcionalidad de un riñón o del páncreas, pero como dice Nakauchi, éste es un muy buen paso en la dirección correcta.