El profesor de Neurociencias, Fisiología y Biofísica Ben W. Strowbridge, junto a su alumno de cuarto año del doctorado en neurociencias Robert A. Hyde, ha conseguido almacenar recuerdos artificiales de corto plazo en trozos de tejido cerebral “in vitro”. Los científicos pertenecen a la Case Western Reserve University School of Medicine y creen que su trabajo servirá para comprender mejor la manera en que funciona la memoria de corto plazo, la que utilizamos por ejemplo para recordar ese número de teléfono que nos acaban de proporcionar.
Ben W. Strowbridge, un profesor de Neurociencias, Fisiología y Biofísica de la Case Western Reserve University School of Medicine, ha conseguido almacenar “recuerdos artificiales” de corto plazo en muestras de tejido cerebral aisladas. Junto a su alumno de cuarto año del doctorado en neurociencias Robert A. Hyde, publicarán en la edición de octubre de la revista Nature Neuroscience un articulo titulado “Mnemonic Representations of Transient Stimuli and Temporal Sequences in Rodent Hippocampus In Vitro,” con todos los detalles del experimento. Según han explicado utilizaron trozos aislados de tejido cerebral de un roedor en los que se “implantaron recuerdos” mediante la estimulación del hipocampo. Estos “recuerdos” se mantuvieron estables durante un tiempo comprendido entre los cinco y diez segundos, mientras que los cambios a nivel celular eran registrados por los investigadores. Al referirse a su trabajo, Strowbridge ha expresado que “es la primera vez que se logra almacenar información sobre dos secuencias temporales y patrones de estímulo directamente en el tejido cerebral”, un logro que supone “allanará el camino para futuras investigaciones tendientes a identificar los circuitos específicos del cerebro que nos permiten formar recuerdos de corto plazo”.
Se sabe que el fenómeno que denominamos genéricamente “memoria” se puede clasificar en dos categorías: la “memoria declarativa”, que incluye el almacenamiento a corto y largo plazo de hechos, nombres, lugares y eventos, y la “memoria implícita”, que nos permite adquirir habilidades más complejas como por ejemplo interpretar melodías en un piano. Los investigadores demostraron que podían generar “recuerdos” para contextos específicos, activando células individuales o aplicando secuencias determinadas a diferentes neuronas. Según los autores del trabajo, las células cerebrales de rata “in vitro” fueron capaces de “recordar” las secuencias de entrada durante varios segundos. Esta investigación puede ayudarnos a comprender la manera en que algunas enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o la enfermedad de Parkinson, afectan a la memoria. Comprender estos mecanismos puede proporcionar pistas para el desarrollo de tratamientos nuevos y eficaces para los problemas de memoria asociados con el envejecimiento.