Craig Venter, el mago de la genética, acaba de escribir una página de la historia de la ciencia con letras de oro. Ha creado en su laboratorio, la primera célula artificial de la historia. La revista Science ha sido la encargada de publicar este hito de la biología, que augura grandes y espectaculares avances en gran número de disciplinas de la ciencia. A saber qué nos espera detrás de las puertas de los laboratorios de genética futuros.
No podía ser otro. El padre del genoma humano prometió hace algún tiempo que para el 2009 tendría listo el primer diseño de célula fabricada en laboratorio. Se ha retrasado apenas unos meses, pero dada a magnitud del evento, se lo perdonamos. Parecía cosa de ciencia ficción pero el gran Craig Venter ha logrado crear un genoma sintético y trasplantarlo la estructura de un célula viva. En realidad, no se pude decir que ha diseñado enteramente una célula artificial, pero sí su genoma, que no es poco.
Venter y su selecto grupo de 25 científicos de élite lo hicieron de la siguiente manera: primero generaron un cromosoma sintético, una réplica a imagen y semejanza del genoma de la bacteria («Mycoplasma mycoides») y después lo trasplantaron a otra bacteria viva («M. capricolum») que actuó como recipiente para crear una nueva. Una vez implantado, el ADN de síntesis se activó y empezó a funcionar en la nueva célula. Le costó lo suyo. Hubo muchos intentos fallidos pero, al final, como si de un microscópico Frankenstein se tratase, el nuevo microbio comenzó a dar muestras de vida propia en el laboratorio y comenzó a replicarse.
El barbudo mago de la genética defiende su logro: «Es el primer organismo sintético que se ha fabricado jamás y lo afirmamos porque se deriva de un cromosoma totalmente artificial, fabricado con cuatro botellas de sustancias químicas en un sintetizador que arrancó con la información de un ordenador». Científicos españoles reconocen el valor técnico de la investigación, aunque piensan que es pronto para afirmar que se ha creado la primera forma de vida artificial. Luis Serrano, vicerrector del Centro de Regulación Genómica de Barcelona (CRG), no duda en considerar el estudio de «excelente», pero asegura que aún le queda un paso más para crear vida artificial. «Sólo ha reemplazado el ADN, no ha creado una célula nueva sintética».
De todos modos, las posibilidades son inmensas. La nueva célula generada es el pistoletazo de salida para la fabricación de microorganismos «a la carta» en el laboratorio. Bacterias diseñadas para desarrollar medicamentos más eficaces, fabricar nuevos biocombustibles y formas de energía alternativas o quizá pensadas para comerse residuos tan peligrosos en el mar como el petróleo. Venter tiene ya un acuerdo con BP, precisamente la compañía que es responsable del vertido del Golfo de México, uno de los mayores desastres ecológicos de la historia reciente.
El propio Serrano está implicado en un proyecto que busca modificar una bacteria para utilizarla como una «píldora viva», capaz de curar enfermedades sin alterar el genoma. El mundo que se abre ante este tremendo logro puede llevarnos a una nueva fase de la bioingeniería como nunca antes habíamos imaginado.