En NeoTeo ya hemos visto como las armaduras y los exoesqueletos serán un lugar común en los campos de batalla del futuro. Tanto Canadá como Estados Unidos están poniendo a punto trajes a lo Iron Man, y el resto del mundo no quiere ser menos. Corea del Sur (o la República de Corea) no quiere quedarse afuera y comenzó un programa que dotará a sus tropas de trajes super tecnológicos con capacidades bélicas asombrosas.
Como vienen las cosas, pareciera que la humanidad está condenada a seguir matándose hasta la extinción. No pasa una semana sin que USA o algún otro país anuncie el desarrollo de una super arma o accesorio para el combate. Los últimos anuncios de Estados Unidos son acojonantes. Y si uno fuese el dirigente de cualquier otro país, es lógico que se sentirá presionado a no quedarse atrás. Después de todo, ha quedado demostrado que es poco lo que los organismos internacionales pueden hacer para evitar guerras injustas, invasiones y matanzas. Y todo se vuelve un círculo vicioso: una nación anuncia una super arma y las otras deben comenzar a investigar cómo mejorarla, igualarla o inutilizarla. Solo así la balanza de poder se mantiene y el mundo se mantiene en este inestable equilibrio basado en el principio MAD (Mutual Assured Destruction).
Corea del Sur, siempre en tensión con su vecino Kim Jong-il, no piensa quedarse atrás en la vieja carrera de las flechas y los escudos y comenzó el desarrollo de un super uniforme de combate.
Como se puede apreciar en la imagen, el traje incluirá un casco con pantalla virtual, reconocimiento de voz y una cámara de vídeo. La mochila será un centro de control, que permitirá identificar a amigos de enemigos y, claro, contará con GPS. El rifle de asalto, un XK11, tiene un sistema de mini misiles, sistema de puntería láser, proyectiles explosivos y un sistema de evaluación de puntería (¿El VATS?). Lo que más sorprende, sin embargo, es el uniforme en sí: dice ofrecer protección contra armas láser (¡ahí tienes, FireStrike!), protección contra misiles y detección de minas y armas químicas. ¡Guau!
Definitivamente, si el día de mañana estallase una guerra a gran escala, Steven Spielberg debería filmarla para ahorrarse unos cuantos euros en efectos especiales en su próxima película.