El título puede sonar completamente disparatado, pero no lo es. Si tienes el dinero necesario, el tiempo libre suficiente y un terreno lo bastante grande, puedes construir tu propio acelerador de partículas, gracias a que los ingenieros del proyecto han publicado la completa y detallada colección de planos técnicos del Gran Colisionador de Hadrones del CERN.
Hemos leído hasta el cansancio sobre las características de este prodigio, que posiblemente sea la máquina más enorme y compleja que ha construido la humanidad. Incluso, desde muchos sectores de la comunidad científica se advirtió que el Large Hadron Collider (LHC) era capaz de crear un agujero negro (o alguna otra “maravilla” aterradora) que acabaría con la Tierra o, por qué no, con el Universo completo. Podría suponerse que los planos e instrucciones para fabricar un acelerador de este tipo estarían guardados bajo 7 llaves, pero no es así.
Los más de 8.000 científicos e ingenieros que aportaron su granito de arena para que esta gigantesca máquina fuese construida, han publicado un documento con unas 1600 páginas de extensión en las que se detalla, pieza por pieza, como puede construirse un “hermano gemelo” del LHC. El archivo, con un tamaño de unos 115 MB, puede descargarse libremente e incluye los planos de cada sección del acelerador.
Por supuesto, el disponer de tales planos, por más detalles que contenga, servirá de muy poco si no eres la versión de carne y hueso de alguno de los tiranos que popularizaran hace tiempo las películas de James Bond. Es que el costo de semejante proyecto ronda los 6.000 millones de euros, una cifra que muy posiblemente haga lindo agujero en tu economía (y en la de no pocos países, por cierto).
Incluso disponiendo del dinero suficiente, deberás sortear otros obstáculos para llevar a buen puerto tu proyecto de ciencias. Por ejemplo, vas a necesitar un terreno de una superficie importante. El Gran Colisionador de Hadrones del CERN tiene un tamaño descomunal. Prepárate, por que necesitarás cavar un túnel de 27 kilómetros de largo, de forma perfectamente circular, y luego meter en él algunos millones de kilos de maquinaria de una tecnología tan avanzada que no podrás comprarla en ningún lado: tendrás que fabricarla tú mismo.
Por ejemplo, necesitas unos 1600 imanes superconductores, cada uno con un tamaño similar al de un piso. Por supuesto, luego tendrás que meterlos en el túnel y, lo más difícil de todo, orientarlos con la precisión suficiente para que el haz de partículas que circulará a la velocidad de la luz por su interior no se desvíe en absoluto de la trayectoria ideal. Recuerda que la energía de ese haz es tan grande, que si sólo el 0.00000001% de ella colisionara con uno de los imanes (o las paredes del túnel), se produciría una explosión que evaporaría los 6.000 millones de euros que has gastado en construir el LHC.
Obviamente, estos imanes necesitan (mucha) energía eléctrica para funcionar. Y el interior del túnel debe estar al vacío y a una temperatura muy cercana al cero absoluto (unos -273 grados centígrados). Enfriar un túnel de 27km de largo hasta esa temperatura también requiere de una buena cantidad de energía. Tanta, que deberás incluir en tus planes una central nuclear pequeña para disponer de la electricidad suficiente.
Supongamos que has roto la hucha y te has pasado algunos años de tu vida excavando y enterrando maquinaria (y dinero) para tener listo tu propio Colisionador de Hadrones. Confías en que los miles de kilómetros de cables, que conectan los millones de sensores con el superordenador encargado de hacer de toda esa cantidad de tecnología exótica algo útil, están conectados correctamente. Por fin ha llegado el momento de disfrutar de la máquina. Podemos invitar a algunos amigos, comprar palomitas de maíz y realizar algunos experimentos para probarlo.
Pero, lamentablemente, un acelerador de partículas no es tan fácil de usar como un televisor o una consola de videojuegos. No basta con presionar un botón para que comience la función. Para que el LHC funcione primero hay que hacer un vacío en el túnel por el que circula el haz de partículas (sí, en esos 27 Km. que mencionamos antes), enfriarlo hasta la temperatura adecuada, poner en marcha los sistemas informáticos encargados de coordinar los disparos y los sensores, arrancar el superordenador, etc. En la práctica, tendrás que planificar con varios meses de anticipación el momento del espectáculo.
De hecho, requiere de bastante más planificación que el lanzamiento de un vehículo espacial. Y hay muchas cosas que pueden fallar durante el proceso de puesta en marcha, que eventualmente pueden obligarte a comenzar todo desde cero. Para que tengas una idea, el CERN planifica que su modelito va a efectuar tal o cual experimento en el 2011, 2012, etc. Evidentemente, no es algo para andar improvisando.
Quizás después de todo y a pesar de que los planos para construir semejante maravilla de la tecnología estén a disposición de todo el mundo, sea bastante más fácil, seguro y económico anotarse en alguna visita guiada al acelerador del CERN, disfrutar de lo que nos muestren, y no embarcarnos en un proyecto que quizás nos quede un tantito grande. ¿No te parece?