¿Cuál de las “habilidades” del ser humano es la más reciente, y por ello la menos desarrollada? ¡Acertaste: la capacidad de razonar! Por eso hoy les presentamos un sencillo estudio que muestra cómo nuestro cerebro no hace lo que creemos que hace.
Ya hemos hablado en esta sección acerca de Daniel Kahneman (sicólogo) y Amos Tversky (sicólogo matemático) (vamos, quéjate de que puse “sicólogo” sin “p”, y después revisa la RAE y el Diccionario Panhispánico de Dudas).
Estos sicólogos desarrollaron muy interesantes estudios, en donde demostraron que tenemos la ilusión de tomar decisiones, cuando en la mayoría de los casos estamos totalmente influenciados por factores externos que determinan nuestras elecciones, sin que siquiera nos demos cuenta de ello. Algunos To Bit relacionados son este y este.
En la vida diaria, la explicación de por qué las personas eligen tomar determinadas decisiones se asume como algo racional. En estos estudios describen diferentes planteos sencillos ante los cuales se violan sistemáticamente los requerimientos de consistencia y coherencia.
En uno de sus estudios le presentaron a un grupo de personas el siguiente planteo:
“Imagina que tu país está preparándose para enfrentar el brote de una rara enfermedad, que se espera que mate a 600 personas. Se han propuesto dos programas alternativos para combatirla. Suponte que las estimaciones exactas de las consecuencias de los programas son las siguientes:
Si se adopta el programa A, se salvará a 200 personas.
Si se adopta el programa B, existe 1/3 de probabilidad de que se salven 600 personas, y 2/3 de probabilidad de que no sobreviva ninguna.
¿A favor de cuál de los dos programas estarías?”
Piensa un momento. ¿Qué responderías tú?
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Al mismo tiempo, le presentaron a otro grupo el mismo planteo pero con estas opciones:
“Si se adopta el programa C, morirán 400 personas.
Si se adopta el programa D, existe 1/3 de probabilidad de que nadie muera, y 2/3 de probabilidad de que mueran 600 personas.”
Piensa otro momento. ¿Qué responderías tú?
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Como habrás notado, la elección entre A y B es exactamente igual a la elección entre C y D. Tienes ambas versiones frente a ti. Pero a los grupos se les presentaron las alternativas por separado, y eligieron distintos programas según cómo se los presentaba.
La mayoría prefirió asegurarse de salvar a un tercio de la gente (A) (72%), en lugar de arriesgarse a salvar a todos (B) (28%). Pero al cambiar la forma de presentarlas, las elecciones también cambiaron: la mayoría aceptaría correr un riesgo de 2/3 de matar a todas las personas (Programa D) (78%), en lugar de tener la seguridad de que morirían 2/3 (Programa C) (22%).
¡Observa que los porcentajes de respuestas fueron casi los opuestos! Este es un caso modelo. El estudio concluye que una y otra vez las personas preferimos en general los enunciados que parecen ofrecer un resultado positivo. Aunque el proceso mental irracional es complejo, y nos lleva a algo muy jugoso que se llama marco de contingencia, que excede el espacio de esta nota, pero estaremos desarrollando en breve.
Como en algún momento comentamos, Fernando Pessoa decía que “Hablar y pensar no son más que nuevos instintos, menos seguros que otros, porque son nuevos”. En suma, parecería ser que nuestra facultad de razonamiento es la menos consistente de nuestras capacidades, porque es la que tuvo menos tiempo en nuestra historia evolutiva…
¿Tú que piensas? ¡Hasta el próximo To Bit!
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