La configuración actual del planeta Tierra es el resultado de una actividad geológica a gran escala que se ha extendido por cientos de millones de años, como parte del llamado ciclo supercontinental. De acuerdo a la teoría tectónica de placas y una predicción hecha por el geólogo Christopher Scotese, dentro de los próximos 250 millones de años la corteza continental cambiará de modo tal que habrá un nuevo supercontinente, Pangea Próxima, cuyo desarrollo hoy se puede simular gracias a la tecnología.
Si tuviéramos una máquina del tiempo que nos permitiera viajar 300 millones de años al pasado y ver a la Tierra desde una órbita cercana, descubriríamos al supercontinente Pangea. Los expertos nos dicen que necesitó poco más de 100 millones de años para comenzar a fracturarse, dando lugar a la configuración continental que conocemos hoy.
Sin embargo, el proceso no se detuvo. De hecho, se trata de un largo y lento ciclo que une y dispersa a la corteza continental. Antes de Pangea existió Pannotia, y previo a ese supercontinente se formó Rodinia. Ahora, ¿qué pasa si vamos en la otra dirección? ¿Qué le espera a nuestro planeta para los próximos 250 millones de años? Veamos…
Pangea Próxima
Si obedecemos a la teoría tectónica de placas y a la hipótesis del geólogo Christopher Scotese, lo que sigue en la lista es Pangea Próxima, antes llamado «Pangea Última», pero Scotese decidió reemplazar el «Última» para no transmitir la idea de que sería «el último supercontinente».
Si interpreto con exactitud a la animación, el continente americano seguirá su desplazamiento hacia el oeste para luego «robar» un trozo de Asia. Dos movimientos muy interesantes estarán a cargo de Oceanía, que se unirá a Asia, y el continente antártico, que «chocará» con el oeste de Oceanía.
La forma definitiva de Pangea Próxima también podría crear un mar interior, algo que no sucedió en el caso de Pangea. Scotese reconoció en una entrevista para la NASA del año 2000 que Pangea Próxima es básicamente una fantasía, pero presenta un ejercicio muy interesante que nos permite (hasta cierto punto) calcular qué es lo que podría pasar.