Raiders of the Lost Ark (o Los Cazadores del Arca Perdida si prefieres el título en español), tiene algunas escenas que son en verdad increíbles. La bola gigante, Indy liquidando de un tiro al espadachín, el descubrimiento de la ubicación del arca… y por supuesto, la cara derretida.
«Raiders» ganó cinco premios Oscar incluyendo a Mejores Efectos Visuales, y esa escena es uno de los pilares fundamentales de semejante premio. Ahora, la pregunta es: ¿Cómo la hicieron? Si hay un detalle para destacar, es que al principio nadie tenía la menor idea…
“No mires, no importa lo que pase.”
La advertencia de Indiana Jones fue contundente: «No mires, no importa lo que pase». Sin embargo, Belloq miró, Dietrich miró, y Toht miró. Una cabeza explotó, la otra se comprimió (por así decirlo), y la otra se derritió hasta el hueso.
Esta última es la que mejor recordamos, grotesca y fabulosa a la vez. Obviamente, el cine ya estaba repleto de escenas «fuertes» en 1981, pero observar a una cabeza derretirse así fue un antes y un después.
Alguien había reescrito el gran libro de los efectos especiales, aunque el proceso no quedó libre de dificultades. Cuando Steven Spielberg vio los detalles en el guión, simplemente preguntó: «¿Cómo vamos a hacerlo? No tengo idea» Colocó a los personajes en posición, los hizo gritar… y eso fue todo lo que recibió la gente de ILM.
¿Cómo derritieron la cara de Ronald Lacey?
Aquí es cuando entra en la ecuación Chris Walas, a quien conocemos por Airplane!, The Fly 1 y 2, Scanners, Gremlins, Enemy Mine, Arachnophobia, y muchos filmes más. No había hecho nada similar hasta ese punto, y tampoco conocía a alguien con una técnica apropiada.
El primer paso fue obtener un molde negativo del rostro de Ronald Lacey, un proceso extremadamente incómodo para todos los involucrados. La calavera debió ser fabricada a partir de una roca que resista el calor extremo (dejando un margen suficiente para la piel).
Luego Walas preparó una fórmula gelatinosa muy delicada, que se derrite a una temperatura más baja de lo normal. Cada capa de gelatina fue pintada a mano dentro del molde, combinando diferentes tonos, y agregando detalles como venas (algunas ellas hechas con lana).
A la hora de grabar la escena, Walas utilizó dos calentadores enormes de gas propano, mientras él «asistía» con una pistola de calor. Aún así, el efecto fue bastante lento, tardando cerca de diez minutos.
Lo más impresionante es que Walas solo había realizado tres o cuatro pruebas mayores con sus mezclas antes de filmar, y admite que tuvo «mucha suerte».
Después del estreno, el teléfono de Walas no paró de sonar, entre aquellas personas agradecidas por el gran trabajo, y sus colegas desesperados por derretir cabezas en sus propios proyectos.
¿Cuál fue la recomendación final de Walas? Seguir una ruta similar, pero apoyarse en los ordenadores para optimizar el proceso.