COVID-19 superará la marca del millón de casos dentro de pocas horas. En algunas regiones vemos señales de esperanza a través de un aplanamiento en la curva de infecciones, mientras que otras todavía sufren el impacto del crecimiento exponencial, o esperan un drástico aumento en el número de enfermos. Sin embargo, mucha gente aún tiene dudas sobre la forma en la que se esparció el virus, y fundamentalmente, cómo lo hizo tan rápido. El New York Times creó una infografía animada que explica cada paso del SARS-CoV-2, comenzando por aquel mercado en Wuhan…
COVID-19 sigue entre nosotros. El mundo se ha visto obligado a cambiar, y en la gran mayoría de los casos, no para bien. A medida que se extienden las medidas de distanciamiento social, miles de millones de personas sanas comienzan a sentir las consecuencias laborales y económicas. La vacuna propiamente dicha aún se encuentra lejos, y los expertos trabajan alrededor de posibles tratamientos para reducir los síntomas y el daño asociado a la enfermedad, sin abandonar la protección a los grupos de riesgo.
Todo este cóctel hace surgir a una pregunta incómoda: «¿Hasta cuándo?» Y lo cierto es que sólo tenemos opiniones educadas. Bill Gates, a quien se le atribuyen las primeras advertencias sobre el impacto de una nueva pandemia, habló de «seis a diez semanas». Pero más allá de la espera y las críticas cruzadas, muchos quieren saber cómo comenzó con exactitud todo esto, y lo más importante: Cómo se escapó el virus. La infografía animada publicada por The New York Times lo explica:
El mundo activó las restricciones de viaje más amplias de la historia, y aún así no fue suficiente. La infografía apunta a un «mercado de mariscos» cercano a la estación de trenes de Hankou (con decenas de miles de pasajeros diarios), que en realidad funcionaba como nexo mayorista para todo tipo de animales, vivos y muertos. Apenas cuatro casos que convirtieron en docenas hacia fines de diciembre, sin respuesta a los tratamientos convencionales para neumonía.
Pero el verdadero tamaño del brote resultó ser mucho mayor: Cerca de mil casos. Con cada paciente infectando a dos o tres personas en promedio, ni siquiera una respuesta perfecta por parte de las autoridades hubiera impedido el avance del COVID-19. El problema fue que las autoridades locales guardaron silencio. La Organización Mundial de la Salud recibió las primeras alertas el 31 de diciembre, con garantías de que la enfermedad era «prevenible y controlable».
El calendario también jugó en contra. Cientos de millones de personas se preparaban para regresar a sus pueblos y ciudades natales con la idea de festejar el Año Nuevo Chino. El 1 de enero, un día después de las primeras alertas enviadas a la OMS, un mínimo de 175 mil personas salieron de Wuhan. En las siguientes tres semanas, el éxodo simplemente se aceleró: Antes de fin de mes (21 de enero), los viajeros eran más de siete millones. Todavía se podía circular con libertad.
Miles de esos pasajeros estaban infectados, y en cuestión de horas, surgieron los primeros casos en Beijing y Shanghai. 48 horas después, el gobierno ordenó el lockdown en Wuhan, pero fue demasiado tarde: Los brotes locales ya habían comenzado, y aún peor, el tráfico internacional seguía abierto. Miles de personas dejaron Wuhan en dirección a otras regiones del planeta. Sólo New York recibe a un promedio de 900 pasajeros por mes, y más de 15 mil fueron directo a Bangkok, un destino muy popular. En esa ciudad apareció el primer caso fuera de China.
Tokio, Singapur, Seúl, Hong Kong. El primer caso estadounidense ocurrió en Seattle. Los expertos calculan que el 85 por ciento de los viajeros infectados (y contagiosos) no fueron detectados en ningún momento. El 31 de enero comenzaron los lockdowns aéreos, pero una vez más, la respuesta fue lenta y tardía: COVID-19 se había instalado en 26 países.
El resto fue pura expansión local. Restaurantes, mercados, universidades, iglesias, recitales, fiestas, encuentros deportivos. A principios de marzo, COVID-19 ya no necesitaba de China. Irán, Italia y Corea del Sur comenzaron a acumular miles de casos a gran velocidad. La estrategia coreana de contención demostró ser muy efectiva, mientras que en Irán e Italia sucedió exactamente lo contrario.
La multiplicación de las pruebas, el rastreo y el aislamiento de los pacientes comenzó a tener efectos positivos, sin embargo, en Estados Unidos se registraron múltiples demoras. El país cerró casi todas sus rutas aéreas a Europa, pero con la enfermedad presente en el territorio, la negativa de muchas autoridades a establecer medidas de distanciamiento social y la resistencia de una parte del público, COVID-19 no hizo más que avanzar. Hoy, Estados Unidos tiene más de 200.000 casos reportados, y más de cinco mil muertos. Sólo en New York hay 84.000 casos.
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