Puede faltar el cónyuge en una casa, podemos estar días sin agua para bañarnos y estamos dispuestos a comer arroz por meses, pero si hay algo que jamás debe faltar en un hogar eso es el mando a distancia. Por eso, en esta guía aprenderás los pasos necesarios para dar vida a este vital dispositivo que nunca debe morir, y conocerás cómo mantenerlo siempre dispuesto a trabajar para nosotros. Un manual de lectura sencilla y rápida, que siempre es útil tener a mano.
Hoy puede parecer mentira que, hasta hace poco tiempo, el mando a distancia no existiera. Pocos podrían concebir un TV, un reproductor de DVD o un sistema de audio sin él. Sin embargo, este pequeño y adorable instrumento (tal como hoy lo conocemos) es una reciente tecnología que está allí para disfrutarla. A partir de este artículo podrás saber cómo actuar en caso de que algún día deje de funcionar, o en caso de que ya no lo haga de forma eficiente.
Sólo hay dos fallas posibles en estos dispositivos: Funcionan mal, o directamente no funcionan. A pesar de ser sólo dos posibilidades, veremos que existen muchos aspectos que se deben controlar y verificar, y que, siguiendo un orden muy sencillo, derivarán en una exitosa reparación.
¿Tiene baterías?
Lo primero y elemental a revisar son las baterías. Los niños suelen quitarlas constantemente para sus MP3 y MP4, por lo que no sería extraño descubrir que no estén en su lugar (o que se haya gastado de tanto uso). Además, debemos controlar la ubicación correcta dentro de su alojamiento. El polo negativo de la batería debe ir hacia los resortes que encontramos en dicho receptáculo, mientras que el polo positivo debe ir en el sentido contrario. Notaremos, además, que cualquier batería posee una forma característica en el polo positivo, el cual viene acompañado en su exterior con el signo suma (+). Si colocamos las baterías en su lugar y aún notamos que el mando continúa sin funcionar, la decepción no debe impedirnos avanzar en un efectivo intento de reparación.
Cualquiera de las opciones sobre probables fallos hará que el resto de la familia dé por descartado el mando, y comience a operar manualmente el equipo que está en uso (TV, DVD, reproductor de audio, etc), con el consecuente peligro de rotura de alguna tecla por torpeza operativa. Sumémosle a esto la incomodidad de tener que levantarse del sofá o de la cama para hacerlo, y tenemos el combo completo. Entonces, si las pilas no son las responsables, y descartado ese asunto obvio, no hay opción: comienza el desarme. Lo primero que debes saber es lo que NO debes hacer.
Qué NO hacer
No intentes colocar el mando bajo el grifo del agua para intentar lavarlo, ni sumergirlo en solvente para desengrasarlo internamente. Tampoco intentes clavar un destornillador de punta entre sus partes plásticas externas y tornearlo, pretendiendo destaparlo bestialmente. Lo único que lograrás es deformar todos los plásticos y provocar daños estéticos irreparables, que derivarán en un mando a distancia envuelto en cinta, atado y pegado por todos lados. Las personas, en sus actos de desesperación, apuro y ansiedad, cometen todos estos errores y muchos otros difíciles de creer y entender.
El desarme
Los tornillos que sujetan las tapas del mando entre sí generalmente se encuentran en el receptáculo de las baterías o en las esquinas del gabinete. Luego de retirarlos, procederemos a desprender las tapas de las trabas que las unen.
Al presionar suavemente en la hendidura que se forma en la unión, notaremos que uno de los dos plásticos cederá levemente hacia adentro. Allí nos daremos cuenta de que las tapas están solapadas una sobre la otra. Es decir, ambas se superponen entre sí. Generalmente la que queda debajo posee las partes “hembra” de las trabas que sostienen armado el mando, mientras que las exteriores poseen las partes “macho”.
Esto no es una regla constante para todos los casos, pero el concepto significativo que debes tener en cuenta es que te vas a encontrar siempre con trabas, como las que muestran las imágenes, y que la forma más prudente y cuidadosa de destapar un mando a distancia es la sugerida.
Una vez que todas las trabas se han liberado de un lado, podremos pasar a efectuar el mismo procedimiento del lado opuesto, o bien intentar abrir las partes, con cuidado y sin hacer demasiada fuerza bruta, hasta que se liberen sin romperse. Un buen desafío para aquel que desarma un mando a distancia es el de no romper ninguna de las trabas plásticas de las tapas. ¿Cuántos se anotan con esta habilidad?
Anatomía de un mando a distancia
Una vez abierto el mando, nos encontraremos con las siguientes partes, que mantendremos prolijamente ordenadas y siempre a la vista. A la parte A, que es la frontal y más expuesta a recibir los malos tratos, debemos lavarla directamente con agua caliente y detergente, utilizando un cepillo de dientes que ya no usemos (no hervir; el plástico se deformaría). Lo mismo haremos con la pieza D y F. Debes también prestar especial atención al lavado meticuloso y cuidadoso de la pieza B. Cuidaremos de no extraviar las piezas E, F y G.
Una vez que hayas terminado de lavar las partes mencionadas, éstas se secarán fácilmente por haber usado agua caliente; también puedes ayudar al secado con un género limpio y seco. Un secador de cabellos será la opción ideal si las anteriores demoran mucho el secado. Una vez terminada esta fase higiénica, pasaremos a la puramente técnica.
En la placa principal debemos revisar y/o inspeccionar los elementos que se ven en la siguiente imagen y todos los que el PCB (nombre alternativo con el que se suele referir a la placa) contenga.
Buscando el desperfecto
En primera instancia nos encontraremos con el LED emisor infrarrojo y un resonador cerámico (piezoeléctrico), que puede ser de distintos valores, tales como 429Khz, 455Khz, 485Khz, 503Khz, 3,58Mhz y 4Mhz, mencionando los más usuales.
Encontraremos también el circuito integrado que hace funcionar el mando, además de algunos transistores y resistencias. Debemos verificar que todos estén correctamente soldados y que ninguno esté cortado. Los que siempre se rompen (y a los que debes prestar especial atención) son el resonador cerámico y el LED.
Debido a que el mando a distancia es un elemento que se utiliza hasta como martillo en muchas ocasiones, las probabilidades de que los terminales de estos dos dispositivos se corten son muy altas. Por tratarse de componentes de gran volumen, suelen arrancarse de cuajo al chocar luego de ser impulsados a gran velocidad.
El resonador debe estar pegado a la placa principal, y sus terminales deben estar correctamente conectados, mientras que el LED no debe presentar falsos contactos en sus soldaduras. Observa que estas últimas se encuentren lo más parecidas a las de la imagen.
Tal vez de tantos golpes se han roto los caminos de cobre llamados “pistas” o “vías”. Éste sería uno de los peores escenarios ya que nos exige contar con un pequeño soldador (y una dosis de habilidad) para reponer el desperfecto mencionado, utilizando para ello hilos de cobre muy finos. Si sólo se trata de un repaso en las soldaduras, será una tarea sencilla de realizar.
Una vez inspeccionada la placa en su totalidad y verificada la integridad de sus componentes, procederemos a lavarla con Alcohol Isopropílico (en el mejor de los casos) o con Alcohol Etílico común (al menos) cuidando que quede bien seca y limpia. Nuevamente el secador de cabellos puede entrar en acción para agilizar el secado.
Si alguna vez se ha derramado ácido de las baterías dentro del mando, notaremos que la capa verde que recubre las vías se desprende fácilmente de estos lugares y se torna de un color más oscuro que el resto de la placa. En este caso, debemos raspar todas estas zonas con mucha paciencia hasta llegar al cobre y luego cubrirlo con laca protectora (puede ser de uñas) para evitar que la corrosión siga avanzando. Naturalmente tendremos cuidado de no tapar los pads o islas que sirven de botones en la placa.
Controlando el funcionamiento
Ya estamos en condiciones de armar, al menos precariamente, el mando para comenzar a controlar su funcionamiento. Si el resonador está conectado, si el LED está bien soldado y si el Circuito Integrado principal está correcto en su posición, debiéramos empezar a tener señales de vida de nuestro mando. Pero, ¿cómo probarlo? Muy sencillo. Con nuestra webcam, cámara fotográfica o teléfono móvil. Los elementos captores de imágenes de estos dispositivos pueden “ver” los infrarrojos que nosotros no vemos.
Si no tenemos a mano ninguno de estos dispositivos ópticos, procederemos inicialmente a sintonizar un receptor de ondas medias (550-1700Khz) cerca del centro de banda de recepción, en un lugar libre de emisoras. Al acercarle el mando y al oprimir una tecla cualquiera, escucharemos un grupo de sonidos inconfundibles que nos indicarán si el sistema está funcionando.
Controlaremos el correcto funcionamiento de todas las teclas, supervisando que ninguna de las gomas interiores haya perdido sus propiedades conductivas. Recordemos que internamente la tecla está recubierta con una delgada capa de material conductor que, con el incesante repiqueteo del uso, se desprende, dejando de funcionar. Las más afectadas por este fenómeno son las de Volumen, Cambio de Canales y Power.
Una solución muy efectiva a este problema es la de fabricar un preparado propio, que también se deteriorará tarde o temprano pero que nos servirá para el propósito de reparar nuestro mando a distancia.
Moliendo en polvillo muy fino el grafito negro de un lápiz y formando una solución suave con esmalte de uñas y solvente (este último en menor cantidad), armaremos una mezcla muy similar a un “barro” o “fango” conductor. Con dicha pintura, aplicaremos una capa muy suave y delgada sobre cada tecla de goma que esté deteriorada o sospechosa de estarlo prontamente. Trataremos de formar una capa lo más delgada posible para que no se torne fácilmente quebradiza con el uso y resista más el paso del tiempo y el continuo accionar mecánico. Para agilizar el secado, puede utilizarse nuevamente el secador de cabello. La duración del secado de esta técnica de pintado depende de la fineza que logremos del grafito y de la justa proporción de esmalte y solvente que le agreguemos al polvillo. Si logramos un preparado de buena calidad, rico en grafito, los resultados en promedio rondan los dos años de uso.
Por último, nos queda pulir los contactos del receptáculo de las baterías. Esta tarea puede optimizarse si utilizas la lana de acero que se usa en la cocina para pulir y limpiar los metales. Con esto lograremos quitar el posible óxido que estos terminales posean para así dotar a dichas piezas de un acabado brillante y profesional.
Luego de controlar el funcionamiento del mando, y cuando estemos convencidos de que todo está verificado, volvemos a armar las partes con mucho cuidado, prestando especial atención a lograr el encastre correcto de las trabas laterales de las tapas, respetando el orden de desarme. Con estos sencillos y efectivos pasos ya tendremos nuestro mando a distancia listo para una nueva campaña en el hostil mundo del hogar.