Nuevamente llegan las fiestas de fin de año, y con ellas los consabidos brindis. No es ningún secreto que más de un lector de NeoTeo -alguna vez- se habrá pasado con el nivel de efusividad a la hora de festejar y terminado con una resaca de campeonato. Afortunadamente, hay científicos que se encargan de investigar seriamente estas cosas para que no volvamos a cometer errores semejantes. La Dra. Damaris Rohsenow y sus colegas han aprovechado estas fechas para elaborar un estudio que intenta desvelar que es mejor en Navidad: emborracharse con bourbon o whisky, o hacerlo con vodka o ginebra.
Independientemente de nuestras creencias religiosas, por estas fechas nos juntamos con amigos y familiares para festejar la Navidad, el comienzo del nuevo año y -ya entrados en clima- lo que sea. Además de las cantidades astronómicas de comidas de diferentes estilos que madres, tías, abuelas y -por que no- amantes preparan con tanto cariño para que nosotros (los cerdos de la casa) demos cuenta rápidamente, se ingieren cantidades poco habituales de alcohol. Como es lógico, tanta bebida termina “afectando” nuestros cuerpecitos.
La borrachera, según la ciencia
Mucho se ha discutido si lo que nos emborracha irremediablemente es la cantidad, la calidad o la mezcla de alcoholes que metemos en nuestro organismo, pero pocas veces hemos visto que un grupo de científicos se pongan a investigar seriamente la cuestión. Eso es justamente lo que la doctora Damaris Rohsenow y sus colegas han intentado en esta oportunidad.
El artículo fue publicado el año 2009 en la revista Nature bajo el titulo “Intoxication With Bourbon Versus Vodka: Effects on Hangover, Sleep, and Next-Day Neurocognitive Performance in Young Adults,” y básicamente intenta responder la siguiente pregunta: “¿Las bebidas alcohólicas con color oscuro (como el bourbon o el whisky) producen peores resacas tras una borrachera que las bebidas sin color (como el vodka o la ginebra)?” Realmente, al leer una y otra vez la disyuntiva que se ha tomado como base para este sesudo análisis, uno se convence que el equipo de Rohsenow eligió este tema cuando se encontraban en el bar más cercano al laboratorio festejando algo.
Luego de hacer “algunos experimentos”, entre los que se incluyen resacas provocadas intencionadamente a 95 voluntarios, han llegado a una conclusión: El bourbon o el whisky nos provocan resacas más molestas debido a que contienen sustancias diferentes del alcohol (etanol) formadas durante la fermentación de la bebida. Entre trago y trago, Damaris descubrió que el bourbon contiene 37 veces más congéneres que el vodka. Parece que lo que nos causa las borracheras es el etanol, pero lo que nos hace sentir terribles resacas son los congéneres, que empeoran sus efectos.
Ya puestos en esto, los científicos se pusieron a investigar los efectos que tienen estas bebidas en una persona que intenta hacer alguna tarea repetitivas que requiera simultáneamente atención sostenida y velocidad, como conducir un coche (nunca manejes si has bebido), manejar una máquina compleja o -por que no- servirte otro trago. Los resultados demostraron que ambos tipos de bebidas afectan por igual nuestro poder de concentración y coordinación, independientemente de su color. El motivo de esto es, sin dudas, que nuestro cerebro es incapaz de funcionar bien cuando lo hemos bañado en etanol.
A lo largo de los experimentos se estudiaron a sujetos voluntarios (seguramente no les costó trabajo encontrar a unos cuantos que hicieran las pruebas gratis) a quienes emborracharon con vodka o bourbon hasta que alcanzaron diferentes niveles de intoxicación. Como hacen los buenos científicos cuando están sobrios, los miembros del equipo cuantificaron los síntomas que presentaban los “conejillos de indias” en sus resacas tras una noche “durmiendo la mona.”
Al igual que ocurre en los ensayos con nuevos medicamentos, algunos de los participantes fueron “emborrachados con un placebo”, como bebidas cola descafeinadas, para poder comparar su estado con los sujetos que realmente se habían emborrachado. Leyendo el artículo uno se encuentra con resultados curiosos aunque esperables, como que los efectos del alcohol dependen de la edad. Parece que los más jóvenes sufren resacas más leves, y que no existen diferencias entre hombres y mujeres: todos se emborrachan en el mismo grado.